Agencia UNO
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Tuvieron que pasar más de 60 días para que la ANFP saliera a explicar lo inexplicable. O en buen chileno, para justificar la detención del campeonato de Primera División por más de seis semanas. Y como siempre ocurre con este tipo de decisiones que nadie entiende, los argumentos resultaron débiles y quedan en entredicho cuando se asoma la realidad.

Se estableció desde Quilín que estos 50 días sin partidos de Primera División era para privilegiar el trabajo de la Selección chilena, especialmente de cara a las clasificatorias. De algún modo, para apoyar el trabajo de Eduardo Berizzo y sus microciclos que se están llevando a cabo en Juan Pinto Durán. Claro, desde marzo que se venía advirtiendo de esta situación tan particular como extraña. Pero ante el silencio curioso de técnicos y jugadoes, ni hablar de los dueños de los clubes, tuvo que salir la propia ANFP para justificar lo que parece un mamarracho en “beneficio” de la Roja.

Sin embargo, cuando vemos quienes están trabajando con el entrenador, uno se da cuenta que el 90 por ciento de los futbolistas ni siquiera están capacitados para integrar un combinado adulto. Es más, la mayoría solo puede aspirar a ser considerado para los Juegos Panamericanos, aun cuando muchos no son titulares en sus clubes. Y eso es quizás lo más preocupante, porque queda la sensación de que la vara para cruzar el portón de Juan Pinto Durán está cada vez más baja.

Salvo honrosas excepciones, y dejando de lado a los jugadores experimentados o que militan en el extranjero que esta semana están trabajando con Berizzo, muchos de los integrantes del actual microciclo no tienen siquiera una rueda consagratoria en el profesionalismo. Muchos son interesantes proyectos, buenos jugadores, pero seamos claros: todavía están verdes para sumarse a una clasificatoria mundialista.

Veremos si al final de este año alguno de estos proyectos pudo cruzar desde la intrascendencia en su club a la consagración en la Selección. Parece difícil porque se trata en muchos casos de futbolistas con varios años en Primera División.

Entonces, ¿vale la pena deteriorar aún más el producto con una detención tan larga como inexplicable? Está claro que a esta altura a los dirigentes, que son quienes definen todo esto, les importa poco y nada la competitividad. Mientras, sigan recibiendo religiosamente el cheque de la señal dueña de los derechos de televisión del torneo y se eviten organizar partidos con el lógico gasto en seguridad, todo está perfecto.

¿Y los hinchas? Bien, gracias. Total, sin voz ni voto en las decisiones importantes de los clubes, pasaron hace rato a ser clientes de un producto desvalorizado y que con mucho esfuerzo se puede disfrutar solo a través de la pantalla chica. Eso sí, espere 40 días para volver a presenciar sentado en su casa un partido de Primera División.

Cristian Caamaño, Periodista de Deportes en Agricultura.

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