Por estas fechas, pero hace 50 años, el presidente Salvador Allende habría decidido convocar a un plebiscito para que la ciudadanía decidiera la continuidad del mandatario en La Moneda, como una alternativa a la crisis de su gobierno. Pero, ¿era posible llamar a un  plebiscito revocatorio?

Para abordar esta pregunta se debe considerar lo siguiente: En Chile nunca se ha dispuesto de plebiscitos revocatorios como una medida para destituir a un gobernante. En la Constitución de 1925 la opción de convocar a un plebiscito sólo se contemplaba para el caso en que un proyecto de reforma constitucional presentado por el presidente hubiera sido totalmente rechazado por el Congreso o en caso de que el órgano legislativo rechace total o parcialmente las observaciones formuladas al proyecto. Sin embargo, esta hipótesis que pudo haberse utilizado con la crisis de la ley de las 3 áreas de la economía, se encontraba vencida para septiembre del 73.

El resto de la Constitución nada menciona sobre otras causales para llamar a un plebiscito y, entendiendo que en materia constitucional sólo se puede hacer aquello expresamente permitido, no hubiera sido posible que Allende convocara a un plebiscito.

El hecho de que Salvador Allende pensara en este mecanismo para poner fin a la crisis da cuenta del profundo problema al que se veía enfrentado. Solo la política ficción hace posible vislumbrar qué consecuencias reales hubiera tenido el desarrollo del plebiscito, ¿sería suficiente para revertir el grave daño del gobierno de la Unidad Popular? ¿Lograría ser la vía institucional para evitar que los militares tuvieran que hacerse cargo del gobierno?

Lo cierto es que no tiene mayor sentido intentar hacer historia contrafactual, pero sí es útil preguntarse ¿cuál era la fórmula que pensaba usar Allende para encontrar una salida institucional a la crisis de su gobierno? En caso de que efectivamente el presidente tuviera contemplado llamar a un plebiscito, no podría haberlo hecho respetando la Constitución, sino que, en el mejor de los casos, podría haber presentado una reforma constitucional al Congreso para que se incorporara dicha posibilidad a la Carta Magna, lo que evidentemente no sería una solución inmediata y requeriría un acuerdo con la Democracia Cristiana.

Más allá de las especulaciones que se puedan hacer respecto a las decisiones de Allende y la nula disposición de la Unidad Popular a llegar a un acuerdo con la Democracia Cristiana ni apoyar un referéndum, es claro que la vía del plebiscito está más cercana al mito que a la realidad.

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