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Vital Manuel N’Simba asombra a la Ligue 1. El lateral izquierdo del Clermont Foot viene de darle el triunfo a su equipo ante el vigente campeón, el Lille, con un golazo desde fuera del área.

N’Simba tiene 28 años y mide 1,67 metros. Su gol ante el Lille es el primero desde el 3 de noviembre. Aunque en la presente temporada ha aportado con dos asistencias para su escuadra.

El desempeño del jugador nacido en Angola llama la atención. Mario González, exjugador del Clermont, aseguró a Marca que el club “tiene jugadores no muy conocidos, pero son buenísimos. N’Simba, por ejemplo, tiene una calidad impresionante y se proyecta mucho en ataque”.

En Europa sostienen que el juego del lateral se asemeja al del brasileño Marcelo. Le gusta asociarse en corto y aparecer tanto por dentro como por fuera. Desde su debut con el Clermont, N’Simba ha jugado 102 partidos, marcado un gol y aportado 14 asistencias.

“Yo era delantero hasta que, a los 16 años, empecé a retroceder y jugar de 8. Ahora soy lateral, pero conservo ese instinto ofensivo y la capacidad para asociarme. Me gustaría convertirme en el mejor lateral derecho de la Ligue 2”, confesó en su llegada al Bourg-enBresse el 2015.

De refugiado político a brillar a la Ligue 1

N’Simba que hoy brilla en la Ligue 1 tuvo que hacer un largo recorrido para llegar a donde está. El jugador del Clermont reveló que debió huir de su país cuando era apenas un niño. “Nací en Angola y viví allí hasta los 6 años, pero tuvimos que huir del país porque los militares acusaron a mi padre, que trabajaba para la guardia presidencial, de haber robado una carga bajo su custodia. Si lo atrapaban corría el riesgo de que lo mataran”, dijo hace algún tiempo.

“Huimos en medio de la noche. Mi padrino nos llevó al aeropuerto y cogimos un vuelo a Roma. Estuvimos allí unas semanas y luego nos trasladamos a Toulouse a casa de mi tío. Luego de 10 meses seguíamos sin papeles y nos tuvimos que marchar. Íbamos de hotel en hotel mientras mis padres se las ingeniaban para ganar dinero y conseguir algo que comer”, recuerda.

Fue allí, cuando tuvo su primer encuentro con el deporte. “El fútbol era mi burbuja. Me permitió alejarme de todo”. A su corta edad, entró a un centro de refugiados políticos en Villenave d’Ornon y fue canterano en varios equipos. “Tuve problemas de actitud, pero nunca he dudado de mis cualidades. Sabía que podía convertirme en profesional, pero fueron mis padres los que más creyeron en mí”, asegura.

El jugador confesó que a sus 28 años logró cumplir la promesa que le hizo a su abuela. “Con 5 años viví el Mundial de Francia en Angola. Tenía una camiseta de les bleus y conocía a todos los jugadores. Entonces le dije: ‘Algún día me verás por la tele jugando al fútbol’. Curiosamente ha sido en Francia”.

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