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En el año 1995 el entonces Ministro de Hacienda Eduardo Aninat y el Alcalde de Santiago Jaime Ravinet se propusieron que Santiago fuera un Centro Financiero Internacional. De ese esfuerzo salió un sistema segmentado off-shore que no nos llevó a ninguna parte.

La cuenta de capitales chilena tenía restricciones y encaje, la regulación de entonces no era apta y el sistema tributario no permitía armonizar los tratamientos tributarios. Se intentó crear un sistema segmentado entre el mercado de capitales chileno y el extranjero, entre los inversionistas nacionales y extranjeros, y el proyecto no prosperó. Con el tiempo las cosas han ido cambiando.

La apertura de la cuenta de capitales y varias adecuaciones regulatorias y tributarias permitieron que hoy los chilenos puedan invertir en cualquier activo en Chile y en el exterior y los extranjeros en Chile, pero no ha sido posible que la exportación de servicios financieros despegue con toda la fuerza y potencia que tiene.

Chile tiene evidentes ventajas competitivas regionales que se han creado durante este tiempo que permitirían a nuestros bancos, AGF, bolsas y corredoras ofrecer una amplia gama de administración de carteras, por ejemplo, a muchos inversionistas extranjeros y chilenos. Desde Santiago se puede administrar competitivamente carteras a inversionistas personales e institucionales latinoamericanos que deseen diversificar sus carteras en la región y en el resto del mundo, a costos muy inferiores que que encontrarían en Nueva York por ejemplo. Hay materias regulatorias que adaptar y también aspectos tributarios.

El temor endémico que existe hoy en Chile es que chilenos puedan “disfrazarse” de extranjeros y acceder a beneficios tributarios que deben estar limitados a los extranjeros. El principio global es que los inversionistas deben ser gravados en su país de residencia y no en el país que maneja sus carteras. Un chileno que invierte en Nueva York llena un formulario llamado W8, como no residente, y su ganancia de capital no está gravada en los EEUU.

Sería conveniente para un estadounidense hacerse pasar por extranjero para eludir el impuesto en su país: ¿por qué eso no ocurre?. Probablemente si es descubierto las penas de infierno son enormes, incluso cárcel. Este temor en Chile puede ser abordado con la nueva norma anti elusión. Armonizar los tratamientos tributarios es esencial para lograr impulsar, ahora si, a Santiago con centro financiero.

Cada vez en más evidente que debemos ser capaces de lograr un buen acuerdo nacional para la reforma tributaria. Es posible y necesario que el mundo empresarial del mercado financiero y de capitales se sume a este acuerdo en tanto ello permite desencadenar una nueva industria de exportación. Para ello sin embargo, la moneda de cambio es conversar sobre las rendijas de elusión que permanecen en el mercado de capitales, que son complejas, y cerrarlas sin lanzar ningún “sofá” por la ventana, como haría don Otto. Es posible y vale la pena intentarlo.

Patricio Arrau
Panelista Faro Económico
Radio Agricultura

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