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profesionalagroExiste un prejuicio en general entre los agricultores en el sentido que la educación técnica local, en lo que respecta al sector agropecuario, no es lo que se requiere en el mundo laboral actual. También que los mismos jóovenes ven con recelo la carrera técnica y prefieren seguir la educación superior que ingresar al mundo profesional una vez egresados de la formación polivalente.

Actores relevantes del sector agrícola y académico han señalado que el sector necesita técnicos de nivel medio y superior y que en la zona no se encuentran. Las capacidades que se buscan son difíciles de encontrar en el mercado y sólo se confía en técnicos egresados de algunas entidades, como el Adolfo Matthei, de Osorno, y otro par de escuelas prestigiadas en el país.

Jorge Trucco, director del Liceo Agrícola de Cato; y Ana Cortés, directora de carreras del área Agropecuaria y Agroindustrial de Inacap Chillán, confirman que es una realidad que los técnicos egresados, en un porcentaje cercano al 60%, prefiere seguir en la educación superior -Ingeniería Agrícola, por lo general- aunque también hay un número importante de egresados que son hijos de pequeños o medianos agricultores y finalmente terminan trabajando por su cuenta en empredimientos familiares o propios.

Los profesionales de la educación técnica coinciden en que esto se debe, en parte, no a que vean como menoscabo ser técnicos, sino debido a los bajos sueldos que ofrece a los técnicos agrícolas el mercado local.

En el caso del Liceo de Cato, los egresados tienen del orden de 18 años, son técnicos agrícolas de nivel medio multifuncionales o generalistas, capacitados en aspectos básicos en casi en todas las especialidades de la agricultura de la zona, y a la vez, han cumplido formalmente con la educación media.

El centro de formación para la mayoría de los estudiantes es con internado, en un predio de 100 hectáreas, donde se hacen prácticas. El liceo  tiene una capacidad para 280 estudiantes y es gratuito.

Jorge Trucco señala que una de las carcaterísticas de  sus estudiantes es la formación integral, que no sóplo apunta a lo técnico, sino también a lo valórico.

La entidad, que depende de la filial Educa de la Sociedad Nacional de Agricultura, cuenta con varios convenios, con la Universidad de Concepción y el mismo Inacap, y un 57% de los egresados sigue orientado a un grado técnico superior o a una carrera universitaria.

Incap, en cambio, forma técnicos agrícolas de nivel superior, que estudian cuatro semestres, en una malla curricular que les permite estudiar otros dos años y obtener la Ingeniería Agrícola.

El instituto cuenta con convenios con varios de los liceos técnicos provinciales, señala Ana Cortés, y la matrícula contempla un total de 300 alumnos y un ingreso anual de 100.

El centro de formación ofrece horarios diurnos y vespertinos, y el 60% de los alumnos que obtienen el título de técnico, opta por seguir en la educación superior.

El perfil del egresado es un técnico capacitado para desempeñarse en empresas dedicadas a la producción agropecuaria en las áreas de producción, comercialización, manejo de personal, asesoría y procesos agroindustriales. También está capacitado para desempeñarse en instituciones oficiales del sector agropecuario a nivel municipal y/o gubernamental o en consultoras agropecuarias que brindan asesorías técnicas y de fomento a productores. Otro campo en que puede desenvolverse profesionalmente es en empresas dedicadas a la comercialización de productos, maquinarias y herramientas agropecuarias y/o también ejerciendo su profesión de manera independiente.

Calidad técnica
En lo que toca a la calidad de la capacitación que reciben los alumnos, los directivos de estos centros educacionales discrepan con los agricultores. El caso del Liceo Agrícola de Cato, que es el mismo de otros liceos polivalentes, como Puente Ñuble, Arturo Prat (de Ninhue) y otros, dan como resultado técnicos de nivel medio muy jóvenes, con una formación general en tareas agrícolas y pecuarias. Se trata, por lo general, de jóvenes de origen rural, que deben nivelar sus estudios para poder llevar el ritmo de las exigencias de las escuelas agrícolas.

Reciben capacitación para el mundo laboral, pero sin mayor especialización y según los seguimientos que se hace en el establecimiento, los que no siguen educación superior ni se dedican a trabajar en predios familiares por cuenta propia, encuentran trabajo sin mayores problemas y continuidad en este, mas no sueldos atractivos, sino que en general están más cercanos al mínimo.

Los egresados de Técnico Agrícola, de Inacap, que también muestran una continuación en la educación superior o en el emprendimiento privado, son bien aceptados en el mundo laboral. Según los seguimientos del instituto, no hay desempleados prácticamente, aunque los nuevos ténicos también muestran disconformidad con los bajos ingresos. El perfil de estos alumnos, muchos de los cuales provienen de los liceos técnicos, es comparable a los del prestigiado Instituto Adolfo Matthei, de Osorno, en el sentido que tienen una malla de 4 semestres, luego de lo cual egresan como técnicos de nivel superior, que generalmente logran un empleo en el mismo lugar en que realizan su práctica, según Inacap.

Tanto Jorge Trucco como Ana Cortés señalan que las instituciones que representan cuentan con un consejo asesor, que conforman agricultores, representantes de agroindustrias y de los gremios agropecuarios, con quienes se consensúan los acentos que se da a la preparación de técnicos, a fin que ésta se adecue a las necesidades del medio.

Fuente: La Discusión

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