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jovenes-agroEn muchos de ellos comienza a materializarse la idea del regreso, para dar valor e innovar en la actividad. El cambio climático ofrece alternativas de diversificación productiva.

Conforme a recientes estimaciones de Indap, unos dos mil agricultores están en el rango etario de los 18 a los 35 años en la Región de Los Lagos, cifra no menor en la que prácticamente se sustenta el futuro de la actividad agrícola en los campos de la zona.

Por diversos motivos y durante años, los jóvenes han abandonado el trabajo de la tierra, desechando una tradición familiar, un estilo de vida. Cada vez más se reduce esa población y crece la migración a las ciudades, donde esperan encontrar mejores expectativas económicas, que no siempre se presentan.

Este hecho ha consolidado el envejecimiento de la población rural, lo que al cabo de unos años se manifiesta en campos subutilizados y la soledad de los predios. Ese panorama tiende a cambiar. Hoy, muchos están entusiasmados con la idea de fortalecer y reposicionar las labores agrícolas, apelando a su iniciativa y creatividad, con la incorporación de cambios tecnológicos y de innovación.

La primera Escuela de Formación en Cooperativismo y Asociatividad, que organizaron en Puerto Montt el Indap y la Unaf (Unión Nacional de la Agricultura Familiar), permitió reunir a 30 jóvenes desde Osorno a Quellón. Algunos de ellos entregaron su mirada sobre el futuro de la agricultura.

Para el estudiante de 17 años Mauricio Sotomayor, hay más certeza que incertidumbre. Se siente con todas las capacidades y condiciones para desarrollar esa labor, la misma que realizó su madre en su natal Achao, en Chiloé.

Confía en que sus pares irán valorando la actividad, para que “no se pierda la agricultura”, reflexiona, mientras asume que ello también representa asumir desafíos, especialmente ante el cambio climático. Frente a la inminente escasez de precipitaciones, enfatiza que la opción son los invernaderos.

El trabajo en el campo no es suficiente, si no va acompañado de formación y actualización de conocimientos, advierte Katherin Asencio (19), del sector Pajonal en Maullín, quien espera capacitarse y prestar asesorías, especialmente en el desarrollo y reconocimiento de la agricultura orgánica y con sello de origen, para dar valor agregado a la producción.

Una de sus inquietudes pasa por aplicar tecnología, para asegurar la sustentabilidad al recurso hídrico. “Porque se está acabando. Hay sectores donde había mucha agua y ahora están quedando con poco”, reconoció.

Asegura que hay oportunidades de crecimiento en el campo. “Nuestros padres nos incentivan a seguir trabajando en la tierra. como hay hartas ayudas (estatales) y nos motivan, muchos estamos volviendo (al campo)”, dijo.

La agricultora de Fresia Irene Arzola, de 29 años, trabaja junto a sus padres en un emprendimiento de cultivo de hortalizas en invernadero, misma actividad en la que participa junto a una asociación de mujeres de la comuna.

Su deseo es conformar grupos de interés, ya que formar un emprendimiento en solitario se vuelve más difícil, especialmente al momento de optar a vías de financiamiento. Aún así, advierte posibilidades de desarrollo para el sector.

“Estudié Gastronomía, me dediqué un tiempo a esa área, pero vi una opción de negocios en el campo, que estaba botado. Hay mucho mercado, pero no ha sido explotado. Me visualizo en cinco años, haciendo envíos al extranjero”, aseguró.

Fuente: El Llanquihue

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