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legumbresBajo el lema “Semillas nutritivas para un futuro sostenible”, la Asamblea General de la ONUdeclaró al 2016 como el Año Internacional de las Legumbres, con el objetivo de crear conciencia en el mundo sobre los múltiples beneficios que tiene el consumo de leguminosas.

Pero éste no es el único fin, ya que el dedicar un año completo a este tipo de comida tiene, además, la intención de incrementar su producción mundial y comercial; abogar por una mejor utilización de las legumbres en la rotación de cultivos; y fomentar usos nuevos y más inteligentes en toda la cadena alimentaria.

Las legumbres forman parte de la dieta básica en buena parte del mundo y son claves en muchos platos tradicionales, como el falafel o el hummus en el Medio Oriente, el dahl en la India, el cocido madrileño en España, el mondongo en República Dominicana, la feijoada en Brasil o los porotos granados en Chile.

En el mundo se cultivan cientos de variedades, pero en nuestro país alcanza sólo a una decena, dentro de las cuales las más cultivadas son los porotos, las lentejas, los garbanzos, las habas, las arvejas y el lupino. Todas ellas son una verdadera opción -al alcance de la mano- a las proteínas de origen animal.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) precisa que, además, debido a que las legumbres alcanzan precios que son el doble o triple que los de los cereales, tienen gran potencial para sacar a los agricultores de la pobreza rural. Asimismo, su procesamiento abre –especialmente- oportunidades económicas adicionales a las mujeres.

BENEFICIOS PARA LA SALUD Y EL MEDIO AMBIENTE

Las legumbres están repletas de proteínas: el doble de las que se encuentran en el trigo y tres veces las del arroz. Son ricas en micronutrientes, aminoácidos y vitaminas del grupo B, elementos clave de una dieta saludable. Asimismo, son bajas en grasas, no contienen gluten, son ricas en nutrientes y fibra soluble, y tienen un alto contenido de hierro y zinc, lo que las convierte en un ingrediente clave en las dietas saludables para hacer frente a la obesidad y prevenir y gestionar enfermedades crónicas como la diabetes y las cardiopatías coronarias, entre otras.

Los beneficios no sólo son a nivel humano, sino que también mejoran la salud del ganado y promueven suelos sanos y la biodiversidad, ya que los residuos de los cultivos de legumbres pueden usarse como forraje para aumentar la concentración de nitrógeno en la dieta, mejorando la salud y el crecimiento de los animales.

Graziano da Silva, director de FAO, resaltó en particular cómo las propiedades fijadoras de nitrógeno de las legumbres pueden mejorar la fertilidad del suelo, lo que incrementa a su vez la productividad de las tierras agrícolas, y elimina la dependencia de los fertilizantes sintéticos. Ello conduce a una menor huella de carbono e indirectamente, a menores emisiones de gases de efecto invernadero.

LA SITUACIÓN EN CHILE

En Chile su cultivo ha disminuido drásticamente: mientras en la época de la Colonia se plantaba en gran parte del país, en la actualidad la superficie de sembrada de legumbres se ubica entre Valparaíso y La Araucanía, donde las regiones más importantes son Maule y Biobío.

De acuerdo a cifras entregadas por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), la superficie sembrada en el país bajó de 202 mil hectáreas (en 1979- 1980) a 15 mil hectáreas en la última temporada. Las razones de esta disminución están relacionadas con la baja rentabilidad de estos cultivos y a la competencia que enfrentan con países como Canadá, Estados Unidos y Argentina,  donde la producción es en mayor escala y con alta tecnología.

En la actualidad el consumo de legumbres en nuestro país es de 3,3 kg por habitante al año. Una disminución de 2,3% en la última década, causada por el cambio de hábitos de consumo de la población nacional, que ha ido sustituyendo la proteína vegetal por proteína animal. Los estudios de Odepa indican que el poroto y la arveja son los que más han caído en su consumo en la última década, mientras las lentejas y garbanzos muestran un incremento moderado en el mismo período.

Actualmente producimos muy poco e importamos parte del consumo, lo que nos hace muy dependientes del mercado externo, con precios que se mueven de acuerdo al tipo de cambio. Según antecedentes del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la temporada 2014-15 se sembraron solamente 942 hectáreas de lentejas en el país, lo que representa una disminución de 11% respecto a la temporada anterior. Tal nivel de abastecimiento local, según explica un estudio del profesional Silvio Banfi Piazza de Odepa,  determina que el 90% del consumo sea cubierto por Canadá.

En el caso de los garbanzos, según el INE, en la temporada 2014-15 se sembraron sólo 254 hectáreas, siendo éste el menor registro en más de 30 años. Ello significa que la demanda interna debe ser cubierta casi en su totalidad por el exterior. Su cultivo, en la actualidad,  se encuentra circunscrito a áreas reducidas de pequeños agricultores del secano de Pumanque y Navidad, en la región de O’Higgins, y Curepto y Licantén, en el Maule.

Respecto de los porotos, Chile ha sido un importador neto, en cifras que van desde las 2.000 toneladas en 2007 a 13.400 toneladas en 2013. El 2014 comenzó a descender la importación y según los expertos es posible que Chile recupere la autosuficiencia, debido al alto precio alcanzado por el poroto tórtola, lo que sería un gran incentivo para cultivarlo.

La siembra, el consumo y los beneficios de las legumbres son parte de los desafíos que tienen los gobiernos locales para incentivar que todos miremos y valoremos las leguminosas, en éste: su año internacional.

Fuente: INDAP

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