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Las exportaciones de esta fruta fresca se duplicaron la temporada 2017-2018. Es la segunda fruta chilena más apetecida por los consumidores chinos debido a su dulzor. Hay una larga experiencia en su producción, pero orientada al consumo deshidratado. La gran incógnita es cuánta será la demanda real de un producto que recién comienza a despegar. 

Sebastián Warnier vio el vaso medio lleno. En su huerto de 10 hectáreas de ciruelas D’Agen en Peralillo, Región de O’Higgins, la producción cayó en picada la última temporada. Tradicionalmente sacaba 36 toneladas por hectárea, pero por razones que todavía no tiene muy claras, el volumen cayó fuerte: 20 toneladas en promedio.

La mala noticia hubiera significado una catástrofe para el bolsillo de Warnier. Ese tipo de ciruelas está destinado a las comercializadoras de frutos secos y deshidratados. Los agricultores realizan el secado en sus predios y el volumen de las frutas se reduce a solo un tercio por la pérdida de agua. El negocio en los últimos años ha sido tranquilo, sin grandes pérdidas, ni ganancias notables. Sin embargo, se requiere de una importante producción por hectárea para sacar números azules. Esta temporada, Warnier no tenía la fruta necesaria.

Sin embargo, la menor carga por árbol permitió que las ciruelas D’Agen tuvieran un diámetro mayor. Ese es el tipo de producto que estaban buscando con urgencia las exportadoras de frutas frescas esta temporada. Un interés que Warnier nunca había visto en la década que tiene su huerto. El precio que le ofrecieron más que compensó la baja de producción. El agricultor, que también es gerente de Producción de Agrícola Lo Garcés, asegura que sus retornos por hectárea fueron más de 25% mayores a los tradicionales.

“Mandé el 80% de mis ciruelas frescas a una exportadora. Lo que tengo que ver en los próximos meses es cómo manejar los huertos para volver a tener calibres grandes con la D’Agen para la próxima temporada”, afirma Warnier.

Las cifras de la última temporada son decidoras. En la de 2017-2018 se exportaron 6.224 toneladas, más del doble que la campaña anterior y cinco veces más que hace dos años.

“La ciruela D’Agen es la segunda fruta más demandada por los chinos, después de las cerezas. La pregunta que nos hacen los importadores de ese país es cuánta fruta les podemos enviar. Es diferente a lo que sucede en los otros rubros”, sostiene Rodrigo Aspillaga, gerente comercial de la exportadora Prize.

El interés de los orientales amenaza con remecer uno de los rubros más tradicionales de la fruticultura chilena. La producción de ciruela D’Agen para deshidratado supera por varias décadas al boom de exportaciones frutícolas de los años 80. Una rentabilidad que, sin ser notable, no tiene mayores exabruptos, junto con la cosecha mecanizada, lo que permite protegerse de la menor oferta de mano de obra rural, han sido sus atractivos.

La exportación en fresco de ese producto fue siempre un subproducto. Un balance que ya está cambiando.

“El 90% de los agricultores que asesoro están interesados en aumentar su producción de ciruelas D’Agen frescas”, explica Andrés Ureta, uno de los mayores asesores de carozos del país.

Eso sí, por ser un fenómeno tan reciente, las inquietudes son mayores que las respuestas a mano. Desde si se trata de un mercado de nicho o si llegará a ser uno de gran tamaño. También hay que despejar si la estrategia de manejo de los huertos debe apuntar a que solo una fracción menor debe ir a fresco, o si ya es tiempo de pensar en plantaciones derechamente centradas en ese último producto.

Ganan por dulzor

Cristián Allendes, agricultor y presidente de la exportadora Gesex, tiene un par de pistas del interés de los chinos por las ciruelas D’Agen.

“Hay que tener claro que a los consumidores de ese país les gustan mucho las frutas dulces. En segundo lugar, vienen temas como el calibre. Ese tipo de ciruelas tiene bastante azúcar, por lo que les llama la atención”, afirma Allendes.

La analista Isabel Quiroz, directora de iQonsulting, explica que en el súbito interés chino es probable que esté una mayor preocupación por los formatos de venta, incluyendo cajas con una presentación gráfica atractiva.

Desde Chépica, en la Región de O’Higgins, el ciruelero Patricio Crespo explica que su dulzor, forma de presentación en China y un precio más asequible que las cerezas la han transformado en una alternativa.

“Es la cereza de los pobres”, sentencia Crespo.

Cristián Allendes explica que la D’Agen no solo es más dulce que otras frutas, sino que tiene una pulpa más fibrosa que otras ciruelas que se consumen en fresco.

Para toda la cadena de la fruta fresca el auge de ese producto fresco ha sido una buena noticia.

En el caso de los agricultores, el aumento de los retornos es el primer atractivo, pero no acaba ahí. La cosecha para fresco comienza en la segunda mitad de enero, lo que permite empalmarla con la de la cereza, que termina a fines de diciembre. De esta forma se pueden extender las semanas de empleo de las cuadrillas de trabajadores.

Por otra parte, la llegada de ese tipo de ciruelas les viene bien a los dueños y plantas de procesamiento. Las D’Agen se procesan en las mismas líneas en que trabajan las cerezas. Se trata de maquinarias muy sofisticadas y caras, que usan el agua para mover la fruta. Luego que se terminan de procesar las cerezas, ese tipo de maquinaria se guarda por casi 10 meses.

“Darles unas semanas más de uso ayuda a amortizar el costo de una infraestructura que tiene un costo importante”, explica Allendes.

¿Cuánta demanda hay en la piscina?

Frente al récord de envíos de la última temporada, la gran pregunta para los agricultores es cuál es el real tamaño de la demanda china por las D’Agen.

“Se nota que hay un gran interés de los importadores. Incluso al principio de la temporada era más fuerte que por las cerezas. Sin embargo, estamos recién dando los primeros pasos y es muy prematuro especular si tendrá un crecimiento como el de la cereza”, sostiene Rodrigo Aspillaga.

El arco de posibilidades va desde que sea un producto de nicho hasta que sea uno masivo, como las cerezas.

Manuel José Alcaíno, presidente de Decofrut, en todo caso, cree que “es un temazo lo que se viene con la D’Agen. No creo que llegue al nivel de la cereza, pero va a ser una fruta interesante”.

El ejecutivo, eso sí, cree que hay bastante espacio por crecer en la oferta de fresco, con posibilidades de llegar a 30% a 40%, como máximo de la producción total. El resto debería seguir yendo a abastecer la industria del deshidratado.

Alfredo Ovalle, productor de ciruelas en Requínoa, agrega que la rentabilidad para los agricultores irá atada a la calidad de procesamiento dentro de la central de embalaje. Las ciruelas para fresco requieren una cosecha anterior a las destinadas a deshidratado, por lo que el descarte de la planta no tiene un mercado secundario.

“El mercado asiático pide ‘filete’, pero para que sea rentable para el agricultor debe lograr que sobre el 85% de las frutas se embalen”, advierte Ovalle.

Por eso, el agricultor de Requínoa explica que aunque exporta en fresco y pretende plantar 25 hectáreas más de D’Agen, su negocio central seguirá siendo abastecer a la agroindustria.

Hay que tener en cuenta que los huertos actuales de ese tipo de ciruelas están diseñados para una cosecha mecánica. Se trata de árboles altos, que hacen poco eficiente la recolección manual, una actividad obligatoria para la exportación en fresco.

“El mercado chino es bastante enigmático, todavía no lo conocemos tan bien. Se ve que hay interés por las D’Agen. Sin embargo, creo que hay que manejar el crecimiento de la oferta en forma criteriosa. Duplicar los envíos de un año a otro puede generar problemas. Hay que enviar la fruta de calidad y no caer en la tentación de enviar todo, pues ese tipo de actitud puede arruinar el nacimiento de una oportunidad para los fruticultores. Un crecimiento del volumen exportado en torno a 25% o 30% anual es lógico”, afirma Cristián Allendes.

Tres mil plantas puede tener un huerto de fresco.

Fuente: Revista del Campo

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