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En la actualidad se están evaluando distintos tratamientos de precosecha y poscosecha, basados en la aplicación de productos como compost, activadores de suelo y protectores solares y la utilización de herramientas como la atmósfera modificada y luz UV-C, entre otras cosas.

En la actualidad son varios los grupos de investigación y universidades a lo largo del país que están trabajando en el desarrollo y la evaluación de distintos tratamientos y tecnologías que apuntan a buscar la calidad de la cereza dentro del campo, a nivel de planta; y en poscosecha, ya sea en el packing, en el transporte o en el almacenamiento.

Plantas cómodas

‘Creemos que el concepto de ‘planta cómoda’ es clave para lograr los objetivos productivos que se buscan en este negocio’, asegura Raimundo Cuevas, gerente del área profesional de C. Abud & Cía.

Por ello, desde hace varios años que, a través del Centro de Innovación Montefrutal (CIM), evalúan el efecto de las aplicaciones de distintos bioestimulantes y microorganismos benéficos vía riego para potenciar la fertilidad del suelo y el desarrollo de las raíces.

Según Cuevas, uno de los tratamientos que mejores resultados ha mostrado en los huertos de cerezas es la aplicación de compost y ácidos fúlvicos y la investigación les ha permitido comprobar que las aplicaciones permitieron sistemas radiculares más desarrollados, lo que se tradujo en que se obtuviera más fruta (alrededor de 10%-15% más) y un mayor calibre (hasta un calibre más) que el testigo.

El experto dice que se pueden ver efectos similares en los huertos con la aplicación de hongos formadores micorrizas, los cuales generan una simbiosis con la raíz y aumentan su volumen y capacidad de captar nutrientes del suelo.

Además han estado probando activadores de suelo, donde destaca uno que viene cargado con señales electromagnéticas que se liberan al ser aplicadas y que estimulan microorganismos del suelo que hacen que haya mayor simbiosis e intercambio de nutrientes entre microorganismos y la planta, llevando a que en huertos con producciones altas haya aún mejores resultados, sobre todo en calibre, explica Raimundo Cuevas.

A pesar de los buenos resultados logrados hasta ahora, Cuevas comenta que aún queda mucho camino por avanzar, por lo que la idea del Centro de Innovación Montefrutal es seguir estudiando el efecto de otras sustancias.

Avances en poscosecha

El Centro de Evaluación Rosario (CER), por su parte, ha centrado parte de sus esfuerzos en la búsqueda de alternativas que ayuden a los huertos de cerezos a sobrellevar lo mejor posible la poscosecha, una etapa marcada en los últimos años por veranos y otoños tremendamente cálidos que han expuesto a las plantas a condiciones de estrés, complicando su entrada en dormancia y comprometiendo su potencial productivo para la temporada siguiente.

Una de los mejores resultados ha sido un programa con distintas sustancias como bloqueadores solares, biosestimulantes en base a algas y productos que ayudan a bajar el estrés en las plantas, en distintos momentos del verano, dependiendo de las condiciones climáticas.

‘Las aplicaciones de estas sustancias en su conjunto, que suelen comenzar inmediatamente después de la cosecha y se extienden hasta febrero, incluso marzo, le permiten a la planta mantenerse fotosintéticamente activa para acumular una mayor cantidad de reservas y así sustentar etapas posteriores una vez que salga de dormancia, como el período inicial de floración o incluso la primera etapa de crecimiento de fruto’, asegura Catalina Atenas, investigadora del CER.

Agrega que han detectado que ‘al realizar estos tratamientos se logra un aumento de 15%-20% en el porcentaje de arginina”.

Prolongar la vida

‘Aunque todavía nos queda harto por investigar y validar, creo que hay muchas tecnologías que serán de gran ayuda para lograr que nuestras cerezas lleguen bien a China’, asegura Víctor Escalona, investigador del Centro de Estudios de Poscosecha (CEPOC) de la Universidad de Chile, quien participa en el proyecto ‘Aumento del potencial de almacenamiento y de la calidad general de cerezas’, impulsado por el Comité de Cerezas y CORFO.

El investigador, que co-lidera el área de poscosecha del proyecto, comenta que en las últimas temporadas se han evaluado tratamientos como el uso de techos, mallas, elicitores, películas hidrofóbicas, concentraciones de gases tanto para atmósfera modificada como controlada, sales de calcio para la firmeza, e incluso tratamientos térmicos y radiación UV-C, entre otros.

Según Escalona, uno de los que más destaca es la aplicación de elicitores, que son moléculas naturales de las plantas que ayudan a potenciar su sistema inmunológico.

El experto comenta que en las últimas temporadas han estado experimentando con aplicaciones de sustancias como metil jasmonato, ácido salicílico y ácido oxálico, tanto en pre como en poscosecha.

Si bien las aplicaciones en precosecha se realizaron desde la etapa de endurecimiento de carozo hasta viramiento de color, en poscosecha ocurrieron en las líneas de proceso del packing, donde la solución se aplicó al agua en el sistema y vieron que con algunos tratamientos lograron fruta más firme. El experto también destaca el potencial de la atmósfera controlada.

“Esta tecnología se usa aún muy poco para cerezas, pues los productores suelen enviar la fruta en contenedores marítimos en frío envasadas en atmósfera modificada. Sin embargo, creo que las atmósferas controladas podrían transformarse en una alternativa para enfrentar de mejor manera el almacenamiento de la fruta en origen y luego durante el transporte a mercados alejados como China’, explica Víctor Escalona.

Esta herramienta, dice, podría tener especial relevancia en el almacenamiento de la cereza recién cosechada, sobre todo si se consideran los altos volúmenes de fruta que se reciben en las plantas y el largo tiempo que debe pasar antes de ser procesados y exportados.

El investigador comenta que en la actualidad se están probando distintas alternativas de atmósfera controlada. Incluso señala que se han evaluado unas de 10% de oxígeno y 10%-15% de CO2 -normalmente se recomiendan las de 5% de oxígeno y 10% de CO2- que podrían resultar bastante interesantes para las cerezas.

“Creo que esta opción tiene gran futuro, porque además de mantener la fruta en buena condición, permite reducir el uso de las bolsas que son un factor importante desde el punto de vista medioambiental”, señala.

Víctor Escalona también resalta el potencial de las aplicaciones de ozono y luz UV-C durante el paso de la fruta por las líneas de proceso, como alternativas inocuas contra diversos patógenos.

“El ozono, por ejemplo, en presencia de la luz se destruye y forma oxígeno, pero de paso puede bajar la carga microbiológica que pueda haber. La luz UV-C, en tanto, es un tratamiento que tradicionalmente se usa para desinfectar zonas de trabajo en laboratorio. De hecho, también la hemos usado para desinfectar hortalizas”, sostiene.

El experto cree que estos tratamientos eventualmente también podrían ser aplicados en el hidrocooling o durante la línea de transporte de las cerezas y contarían con un alto potencial de desarrollo, sobre todo para el mercado de fruta orgánica.

En esa línea, también destaca el potencial que podrían tener los absorbedores de etileno, una herramienta que disminuye la presencia de esta hormona, que favorece la maduración y modifica el color, la firmeza, el sabor y los aromas de la fruta, durante el período de almacenamiento.

‘A diferencia de otras especies, las cerezas, en general, no son grandes productoras de etileno. Sin embargo, el largo período de almacenamiento al que están sometidas, puede llevar a que esto varíe’, indica Escalona.

El experto comenta que en el último tiempo se han evaluado algunos papeles que contienen paladio (catalizador de etileno, es decir, lo absorbe) que son integrados a la fruta almacenada.

‘Al analizar la fruta almacenada por 35 días envasada en atmósfera modificada con paladio, nos dimos cuenta de que había menos presencia que la que no tenía”, asegura.

De todas maneras, señala, hay que seguir con las pruebas.
Recuadro

De 10% a 15% más de fruta han conseguido con aplicaciones de compost y ácidos fúlvicos con lo que se fortaleció el sistema radicular de la planta.

Fuente: Revista El Campo

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