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El 16 de junio de 1980 un fallo judicial sin precedentes permitió patentar por primera vez un organismo vivo genéticamente modificado.  

Se trataba de una bacteria derivada del género Pseudomona, que a través de una intervención en sus genes era capaz de descomponer el petróleo. Con esta decisión la Corte Suprema de Estados Unidos abría la posibilidad de patentar un desarrollo que buscaba combatir los derrames de crudo y el impacto ambiental de este tipo de desastre. Pero, aun más importante, daba comienzo a la industria biotecnológica.  

Es por eso que cada 16 de junio se conmemora el Día Internacional de la Biotecnología. Una fecha que hoy celebran especialmente los investigadores del Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello.   

“Han transcurrido más de 40 años desde ese histórico fallo y aunque la mayoría de las personas no se dan cuenta, hoy la biotecnología está cada vez más presente en nuestra vida cotidiana”, dice la doctora Pilar Parada, directora del Centro de Biotecnología de Sistemas UNAB y quien es además coautora de la primera patente de un microorganismo chileno, que es además el primero patentado a nivel mundial para la biolixiviación de cobre (ver recuadro). 

La biotecnología consiste en aplicar tecnología para crear distintos productos o procesos a partir de organismos y microorganismos vivos o parte de ellos.   

Las aplicaciones son innumerables y se pueden ver en alimentos, fármacos, cosméticos, textiles, biocombustibles y otros avances que están contribuyendo en forma importante a la sostenibilidad de nuestras industrias y al cuidado del medioambiente, porque muchas de estas aplicaciones apuntan a reemplazar ingredientes artificiales o derivados de petróleo por alternativas de origen natural”, agrega la doctora Parada.  

Ejemplos en Chile y el mundo  

A nivel mundial las aplicaciones de la biotecnología han dado lugar a sustitutos biodegradables del plástico creados a partir de residuos vegetales y a bioinsecticidas que incorporan componentes de plantas que en forma natural se defienden de plagas. 

 Otro gran avance son las proteínas recombinantes, que permiten crear vacunas a escala industrial en forma segura y estandarizada o producir insulina que se inyectan las personas con diabetes para controlar sus niveles de glucosa. Y, casi rayando en la ciencia ficción, otro ejemplo de lo que puede hacer la biotecnología es la emergente agricultura celular, que apunta a producir derivados agrícolas como carne cultivada y lácteos a través de células en lugar de animales enteros, como una forma de reducir el impacto ambiental de la ganadería intensiva.  

En Chile también tenemos ejemplos interesantes. Pilar Parada señala que “en el Centro de Biotecnología de Sistemas hemos trabajado con empresas para crear diversos alimentos basados en plantas. Por ejemplo: 

  • una bebida vegana tipo yogurt a partir de proteínas de harina de lupino, quinoa y arroz, que reemplaza proteínas animales para evitar alergias alimentarias.  
  • un antioxidante aislado del pelón de la nuez, que se puede añadir como ingrediente natural a alimentos procesados.  
  • un nutracéutico que contiene polifenoles presentes en arándanos, prebióticos aislados del topinambur y antioxidantes extraídos de la miel de abejas, de manera de liberar estos compuestos bioactivos en forma controlada en el sistema gastrointestinal. 

En todos estos casos, la biotecnología está permitiendo a industrias y empresas de distintos rubros incorporar innovación para añadir valor a sus productos. Y esto, además utilizando como materia prima recursos moleculares, que entrega la naturaleza para reemplazar compuestos artificiales o derivados del petróleo, generando así productos sostenibles y con bajo impacto para el medioambiente… tal como como el primer producto biotecnológico patentado hace más de cuatro décadas para combatir los derrames de petróleo. 

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