AFP PHOTO / EVARISTO SA
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A poco más de un mes de las elecciones de Brasil, Domingo Souza aún no conoce a los candidatos. “Voy a esperar a la televisión para informarme y decidir”, afirma, antes de la difusión el próximo sábado de los primeros anuncios de las presidenciales.

Aunque la batalla electoral se libra también de manera creciente en redes sociales como Facebook, Twitter y Whatsapp, la pantalla chica seguirá siendo crucial para definir el voto del 7 de octubre.

En el gigante latinoamericano, más de un tercio de la población carece de acceso a Internet, en tanto que un 62% tiene en la televisión el principal medio para informarse sobre los aspirantes a reemplazar al presidente conservador Michel Temer.

Souza, un electricista de 51 años de Aguas Lindas (a 50 km de Brasilia), es uno de ellos. Y también es parte de los indecisos, que según Datafolha son un 28% (en ausencia del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva) o 14% (en el improbable caso de que el líder de la izquierda participe).

Los anuncios gratuitos atribuidos a los trece candidatos totalizan 25 minutos, tres veces por semana, divididos en dos bloques de 12 minutos y medio a las 13:00 y a las 20:30, hasta el 4 de octubre.

Los candidatos también dispondrán de varias inserciones de 30 segundos entre la programación de las cadenas.

El diario O Globo recordó que cuatro de las últimas seis elecciones las ganó el candidato que dispuso de mayor tiempo televisivo.

¿Programas electorales o programas de TV?

El Tribunal Superior Electoral (TSE) distribuye esos preciosos minutos y segundos en función del peso de los partidos y las coaliciones, que en gran medida se forman pensando en el tiempo “de exposición” que lograrán obtener los martes, jueves y sábados para las presidenciales y los demás días para las legislativas y de gobernadores.

“Los candidatos con mucho tiempo tendrán una gran ventaja competitiva”, explica a la AFP el analista político Michael Mohallem, de la Fundación Getúlio Vargas.

El exalcalde de Sao Paulo Geraldo Alckmin, del PSDB (centroderecha), en un discreto cuarto lugar en las encuestas sin Lula, espera llegar a la segunda vuelta gracias al “tiempo de TV”. Para ello, se alió con un fructífero bloque de partidos conservadores, que le permitió quedarse con casi la mitad (5,32 minutos) de los 12,5 minutos disponibles en cada bloque. Dispondrá además de 434 inserciones a lo largo de la campaña.

El Partido de los Trabajadores (PT), que impulsa la candidatura de Lula, líder en los sondeos, dispondrá del segundo mayor tiempo de propaganda (2,23 minutos por bloque y 188 inserciones).

El PT busca atrasar todo lo posible los plazos antes de que el TSE invalide la candidatura de su jefe, entre otras cosas para usar los videos que este dejó grabados antes de entregarse a la justicia en abril para cumplir una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción.

Cuando ese veredicto se concrete, podrá transferir esos minutos a su probable plan B, su actual compañero de fórmula Fernando Haddad.

Redes, “fake news” y “bots”

Con pocos segundos e inserciones para exhibirse, el ultraderechista Jair Bolsonaro (dos bloques de ocho segundos cada uno) y la ambientalista Marina Silva (dos bloques de 21 segundos), primero y segunda en las encuestas sin Lula, se hicieron fuertes en las redes sociales, en pleno desarrollo.

Con más de 100 millones de usuarios, Brasil es uno de los principales mercados de Facebook, Whatsapp o Twitter, convertidas en armas poderosas para viralizar contenidos de los candidatos.

Especialmente en esta elección, la primera que permite a los partidos patrocinar mensajes en las redes sociales y en los motores de búsqueda.

Bolsonaro cuenta con 8,5 millones de seguidores en esas tres redes sociales y Marina Silva con 4,3 millones (200.000 menos que Lula), frente a unos dos millones de Alckmin.

“La presencia de los políticos en las redes es obligatoria y no sólo otra opción”, explica a la AFP Caio Túlio Costa, cofundador de Torabit, una plataforma de monitoreo digital.

Pero las redes son también un canal propicio para confundir y desinformar, en un país polarizado y confrontado al desencanto de la población ante la ola de inseguridad y la multiplicación de los escándalos de corrupción.

Resuelto a evitar una campaña sucia, el TSE firmó acuerdos con los partidos, con Facebook y con Google para combatir las noticias falsas.

Las propias plataformas han eliminado cuentas y páginas falsas y bloqueado “bots” (cuentas automatizadas), usados para difundir contenidos e inflar seguidores.

Veinticuatro medios de comunicación en Brasil, entre ellos la AFP, se unieron en el proyecto Comprova, destinado también a combatir las informaciones falsas que circulan por la red.

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