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Las acusaciones de acoso sexual de la actriz francesa Adèle Haenel provocaron una ola de conmoción que podría contribuir a romper el silencio sobre esta cuestión en el cine galo, dos años después del estallido del #MeToo.

La intérprete, de 30 años, que se está abriendo camino en la escena internacional con la reciente película “Retrato de una mujer en llamas“, acusó al director Christophe Ruggia de haberla acosado cuando ella era adolescente.

Sus declaraciones, apoyadas con una investigación del diario en línea Mediapart, suscitaron el apoyo de colegas como la oscarizada Marion Cotillard, a la vez que la fiscalía de París abrió el miércoles una investigación preliminar.

Haenel denunció el lunes el “control” que Ruggia ejerció sobre ella durante el rodaje de su primera película “Los diablos”, así como el “acoso sexual permanente”, los “tocamientos” repetidos y los “besos forzados en el cuello” que tuvieron lugar en casa del director y en varios festivales de cine cuando ella tenía entre 12 y 15 años.

Ruggia, de 54 años, “refutó categóricamente” estas acusaciones a través de sus abogados. 

La Sociedad de Directores de Filmes de Francia, una asociación profesional que reúne a unos 300 miembros, reaccionó por su parte al día siguiente expulsando a Ruggia y aportando su “apoyo total” a Haenel.

Agence France-Presse

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