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Durante el último tiempo, el sistema de salud ha debido focalizarse en abordar la pandemia, redirigiendo sus recursos, reorganizando sus equipos y concentrando sus esfuerzos en prevenir el contagio y en atender a los enfermos de Covid–19. No obstante, otras enfermedades asociadas a patologías musculoesqueléticas, como artrosis de cadera y rodilla, han quedado al margen, lo que ha provocado que los pacientes no puedan acceder a una cirugía y dejen de asistir a sus controles médicos, generando una involución en sus tratamientos.

Según datos del Ministerio de Salud, al 31 de diciembre de 2020 más de 52 mil personas tenían una garantía de oportunidad GES retrasada, donde muchos de estos pacientes no han tenido contacto con los equipos de salud ni han recibido información básica sobre su diagnóstico y proceso de atención, desde que se inició la pandemia. De esa cifra, la segunda causa de lista de espera en el país se debe a patologías del área traumatológica, que están asociadas al dolor crónico, como artrosis de rodilla, artrosis de cadera y hernia del núcleo pulposo.

Esta situación ha provocado consecuencias inmediatas, entre ellas, el aumento en licencias médicas y los consiguientes costos asociados para el bolsillo fiscal. De hecho, se estima que el gasto en dolor que generan para el sistema de salud los pacientes con enfermedades musculoesqueléticas cada año supera los $660 mil millones.[i]

Para el doctor César Cárcamo, presidente de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (ACHED) tomando en consideración el escenario actual, lo que viene es una “tercera ola” de pacientes postergados por la pandemia que van a inundar los servicios hospitalarios buscando atención. Además, advierte que “hoy el sector público no tiene la capacidad de absorber esta demanda principalmente debido a la falta de especialistas. Justamente hoy se debe trabajar fuertemente en soluciones que permitan afrontar de buena manera la demanda existente de pacientes con dolor crónico”.

Por su parte, el asesor internacional Ricardo Bitrán, PhD en Economía de la Salud, asegura que el problema también pasa por un déficit en las actuales canastas GES, ya que estas no cuentan con los fármacos adecuados para tratar a los pacientes de manera correcta. “Chile está atrasado en el manejo del dolor no oncológico. Estos son pacientes con mucho dolor y que, además, presentan problemas de movilidad. Y a diferencia de las Isapres, Fonasa no cumple siempre con todas las garantías GES y miles de pacientes están en listas de espera por cirugías mientras que son tratados con medicamentos que no son efectivos para calmar el dolor, por lo que su calidad de vida se ve muy deteriorada”, afirma.

 

Radiografía al dolor crónico

 En el país, el porcentaje de población que presenta dolor crónico alcanza un 32%, y la prevalencia de dolor crónico moderado a severo que posee este segmento alcanza un 87%, según un estudio de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (ACHED).

Estudios internacionales advierten que el dolor de espalda bajo, o dolor lumbar, es la causa más importante de discapacidad en el mundo, con una incidencia a lo largo de la vida que varía entre el 51% y el 84%. Además, un 17% de las personas en Chile padece artrosis de cadera y rodilla lo que representa una cifra preocupante, sobre todo por el perfil epidemiológico de Chile, caracterizado por un creciente envejecimiento de la población y la prolongación de la vida, según grafica el estudio del Banco Mundial y el Ministerio de Hacienda “Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile”.

En esa línea, Cárcamo reconoce que “desde el punto de vista epidemiológico, en Chile vamos a enfrentar a un número creciente de pacientes crónicos, por lo que efectivamente habrá un aumento en la cantidad de casos más severos debido la postergación del tratamiento y al tratamiento ineficaz”.

 Se trata de una tendencia a nivel global, según precisa Bitrán. “Si observamos la evolución de la carga de enfermedad en el mundo, el dolor crónico no oncológico es uno de los problemas que más contribuye a esa carga y que, sin embargo, en muchos países recibe atención insuficiente. En Chile, si bien existen en el mercado medicamentos efectivos para el manejo del dolor, no están disponibles en las canastas GES. Se trata de fármacos de última generación a los que muy pocos tienen acceso.

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