Marcha 8M
Agencia Uno.

Otro año, otro 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer. Desde hace algún tiempo muchas mujeres conmemoran esta fecha con algunos objetivos muy loables como exigir medidas efectivas para combatir la violencia contra la mujer o la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Hasta acá, todo más o menos bien. 

Sin embargo, con el tiempo la fecha ha sido capturada por el movimiento feminista, que difícilmente se puede describir como un grupo homogéneo de mujeres. Por el contrario, conviven distintas ramas, algunas con ideas más radicales que otras, incluso incompatibles entre sí, lo que hace que el feminismo actual no esté exento de conflictos internos. 

Curiosamente, la cantidad de mujeres que adscriben al movimiento feminista es cada vez más reducido, puesto que la lucha por los derechos de las mujeres se tiñe por la ideología imperante en la izquierda: ideología de género, movimiento pro-aborto, ideas sobre la lucha de clases y un largo etcétera. Así, dejan fuera de la causa a las mujeres provida, a las de derecha, a las de cierta condición socioeconómica, a las Carabineras, a las que están por nacer, entre tantas otras. 

Este año, la consigna de la “Marcha 8M”, fijada por la Coordinadora Feminista 8M, es “solidaridad popular feminista: contra la violencia patriarcal y capitalista”. Pero de solidario y contrario a la violencia, el movimiento tiene muy poco. 

La defensa del aborto, es decir, el supuesto derecho de las mujeres para matar a un ser humano en gestación, es extremadamente poco solidaria y violenta con las mujeres. En primer lugar porque aproximadamente el 50% de la población que proponen asesinar son mujeres y en segundo porque el aborto es una herramienta utilizada por muchas personas para encubrir abusos, evitar las consecuencias de sus acciones y coaccionar a las madres en situaciones dificiles. 

Es llamativo que luchen contra la violencia patriarcal y capitalista. Pareciera que no saben que una gran cantidad de mujeres que recurre al aborto lo hace por coacción de su pareja, es decir, un hombre; o que la industria del aborto en paises de Europa y en Estados Unidos es altamente lucrativa. 

Por otro lado, ¿qué pasa con las mujeres que son emprendedoras? El movimiento feminista se declara anticapitalista, es decir, busca abolir o restringir la propiedad privada, la libertad económica ni el libre mercado. Así, muchas mujeres que ven en el emprendimiento una opción para salir de la pobreza y compatibilizar la vida familiar y laboral son totalmente ignoradas por el grupo feminista. ¿Por qué? La respuesta es simple, porque no piensan igual que ellas. 

La ideología dentro de la marcha por el 8M no termina ahí. La convocatoria realizada por la Coordinadora Feminista ni siquiera es sólo por las mujeres, sino que también incluye a las disidencias, pide el “fin de la militarización en el wallmapu” e, incluso, el fin de las relaciones diplomáticas con Israel. Así, se instrumentaliza a las mujeres para levantar banderas políticas e ideológicas.

El rumbo del movimiento feminista deja claro que no persiguen realmente la igualdad, la mejora de condiciones de vida de las mujeres, el fin de la discriminación, sino que sólo buscan instalar un discurso eminentemente ideológico, que en realidad excluye a las mujeres que no piensan como ellas. 

Constanza Schnneider, investigadora asociada del Instituto Res Publica.

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