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Si bien hasta ahora todo parece caminar sobre ruedas, hay indicios de que el hongo podría tener una mayor presencia. El llamado de los especialistas es a actuar preventivamente, utilizando estrategias de control que incluyen los productos biológicos o algunos multipropósito que recién aparecen en el mercado.

oidio vid uva enfermedadSi bien los pronósticos para la uva de mesa parecieran ser más que positivos, nunca todo es perfecto. Así, en lo que respecta a las enfermedades fungosas, especialmente el oídio, las cosas no se ven tan sanas y se convierten en una preocupante amenaza. De nuevo, la culpa de todo es… del clima.

En temas sanitarios, todo iba normal hasta que las lluvias de fines de otoño jugaron en contra de los productores. Luego llegó una primavera marcada por días con temperaturas sobre los 20 °C, alta humedad relativa y algunas jornadas con presencia de lluvias. Todo esto le dio al hongo el ambiente propicio para su desarrollo.

“Esto se ha traducido en que la ocurrencia de focos en sectores de los huertos ha aumentado. En la Tercera y Cuarta Región, iniciando la cuaja y posterior a los arreglos de racimo, se ha detectado oídio con una presión bastante fuerte”, declara la asesora en uva de mesa y presidenta de Uvanova, Carolina Cruz.

La presión de las enfermedades fungosas, en general, será más fuerte esta temporada.

Usualmente en los huertos donde se encuentra oídio esto es resultado de yemas infectadas con el hongo que quedaron de la temporada anterior y que se reactiva al inicio de los primeros brotes, pero que al no ser una transmisión sexual, su impacto es acotado. El problema esta temporada es que ya se ha detectado en el norte del país, un mayor desarrollo de cleistotecios, estructuras donde van las esporas, que se presentan en la fase sexual del hongo, y que cuando se abren, en primavera, liberan las ascosporas e infectan los tejidos verdes de la vid.

Y lo que agudiza el problema es que al diseminarse por su forma sexual, se puede generar resistencia a los fungicidas que son oidicidas por excelencia, aumentando su presencia.

Combatir la enfermedad

Prevenir es el ideal frente a cualquier enfermedad, pero con el oídio no es tan sencillo: hay que mantenerlo a raya con un correcto programa de fungicidas y algunos manejos culturales.

“Los tratamientos preventivos deben considerar la presión de la enfermedad. Si esta es alta, los intervalos entre aplicaciones no deben superar los siete días, o menos si ya es posible visualizar focos. Existen en el mercado productos de contacto y sistémicos con buen efecto de control, pero la erradicación es casi imposible si la enfermedad ha avanzado mucho”, explica la presidenta de Uvanova.

Uno de los puntos de conflicto es cuándo comenzar con las aplicaciones.

“La mayoría de las veces los productores parten más tarde en la temporada. Generalmente lo hacen con brote líder de 5 cm a 10 cm, o incluso 15 cm, y eso es tarde”, enfatiza Marcela Esterio, ingeniera agrónoma especialista en fitopatología frutal y docente del Departamento de Sanidad Vegetal de la U. de Chile.

La especialista añade que lo ideal es partir con yema hinchada, reventando recién la yema, ya que ello hará más fácil el manejo.

“Partir temprano es la regla. En oídio los controles son y serán siempre preventivos, porque con él uno no puede esperar a que se den condiciones. Cuando ves una infección ya es tarde y deben existir muchos focos de infección. Lo ideal es mantenerlo a raya”, señala la docente de la U. de Chile.

Por otra parte, el profesor del Departamento de Patología de las Plantas de la UC Davis Walter Douglas Gubler plantea que la forma utilizada en California para combatir la enfermedad es comenzar cuando los brotes tienen 1 o 2 cm, y pulverizar un aceite parafínico como Pure Spray al 0,5 o 1% en 400 litros/ha empapando las parras para liberarlas de las esporas que hibernan en ellas.

Otra herramienta útil son las estaciones meteorológicas. Para Carolina Cruz, si se correlacionan los valores de temperatura y humedad relativa con los modelos predictivos de la enfermedad, se crea un apoyo muy importante para combatirla.

Ahora, la clave es llegar con menos inóculo a la brotación y la única forma de hacerlo es realizando un control de ciclo completo.

“Actualmente las aplicaciones de control de oídio en uva de mesa de exportación se paralizan aproximadamente dos semanas previo a cosecha. Desde ese tiempo a inicio de brotación de la siguiente temporada no se realizan aplicaciones con efecto oidicida”, relata Esterio. Lo interesante de evaluar, para ella, sería no dejar de aplicar tan temprano, por ejemplo, un par de aplicaciones más de azufre después de la cosecha para proteger o evitar nuevas infecciones en las yemas latentes.

El azufre sigue siendo el preferido

Para Walter Douglas Gubler, el azufre sigue siendo muy bueno contra este hongo. No obstante, necesita ser aplicado antes de que la enfermedad comience a manifestarse para alcanzar una efectividad completa.

“El azufre es mejor utilizado en una relación de 20 kg/ha. Usado en un protocolo integrado con fungicidas potentes es altamente efectivo”, comenta el académico e investigador de la UC Davis.

Esterio señala que en general se dice que no hay variedades inmunes, pero algunas son más resistentes y otras más sensibles, en especial las nuevas como timco y arra. Eso está dado por la cutícula, pues a mayor grosor, menos susceptibilidad al hongo, lo que no quiere decir que esa uva no se infecte. En los cultivares más propensos las aplicaciones deben ser cada 6 o 7 días con azufre, para luego ir intercalándolo con fungicidas oidicidas de mayor eficacia.

Hacia dónde va el uso de los fungicidas

A nivel global los consumidores están cada vez más exigentes. Las palabras “cero residuo” se adueñan de las etiquetas y se convierten en una exigencia en los principales mercados del mundo, especialmente cuando se trata de frutas y hortalizas para el consumo fresco. Ello empuja la búsqueda de fórmulas que permitan mantener los cultivos sanos con el mínimo posible de agroquímicos.

“Los fungicidas son necesarios en la producción de uva por un largo tiempo. Integrar productos sintéticos y biológicos es la mejor práctica”, indica el profesor Gubler.

Carolina Cruz concuerda en que todo el desarrollo de tecnologías que aporten a la inocuidad y sustentabilidad de los alimentos es muy bienvenido.

“La tendencia hacia productos de origen natural, como extractos de plantas, e incluso derivados de otros organismos biológicos, ha demostrado poder ocupar un nicho importante para controlar enfermedades y no solo basarse en la química tradicional”, dice.

En la actualidad existen disponibles en el mercado algunas moléculas recientemente registradas en el país. Se trata de algunos productos que combinan distintos productos para manejar las enfermedades causadas por hongos y, al mismo tiempo, diseñados para que la fruta de exportación soporte los viajes de larga distancia y que, además, actúan de forma sistémica, con lo que se acota el riesgo de resistencia.

Los especialistas insisten en que para que estos productos, como Luna tranquility, funcionen de forma adecuada, como son multipropósito y de amplio espectro, se requiere seguir estrictamente las instrucciones en cuanto a dosis.

“Los productores tienen que preocuparse de aplicarlos en dosis altas, porque en dosis bajas van a controlar oídio, pero van a generar resistencia en botrytis”, recalca Marcela Esterio.

Los especialistas subrayan que algunas de estas nuevas alternativas son capaces de reemplazar a fungicidas que se han utilizado tradicionalmente en el control de esta enfermedad. Ahora, lo que se aconseja con algunos de ellos es que deben ser utilizados como parte de una estrategia de manejo integrado de la enfermedad, la que no solo debe considerar control químico, sino también al control biólogico y prácticas culturales, como manejo del follaje, ventilación del parronal, control del vigor y ajuste de niveles de sombreamiento.

“De todas maneras el abanico de posibilidades a la hora de elegir productos para combatir el oídio es bastante amplio y la elección de cuál usar debe basarse en las condiciones particulares de cada huerto y la presión que tenga de la enfermedad.

“Existen varias moléculas disponibles y nuestra estrategia debería dirigirse a optimizar el control, pero al mismo tiempo hay que proteger esa molécula en términos de mantener el nivel de sensibilidad del hongo frente a esta. La rotación entre productos de diferentes modos de acción es clave”, sintetiza la presidenta de Uvanova.

Respecto de la introducción de productos naturales, como la planta del té (Timorex Gold), son productos que tienden a disminuir o cambiar el mapa de sensibilidad y hacen más factible la eficacia de las moléculas oidicidas tradicionales por más tiempo. Además, resulta efectivo en controlar preventivamente al hongo e incluso detener infecciones.

Full cobertura es la clave

Aunque hayamos diseñado un plan integrado de manejo de plagas acorde con nuestras necesidades y con los mejores productos, en un buen número de huertos no se demuestra la efectividad de este programa por una aplicación mal realizada.

“El volumen de las aplicaciones debe ser aquel que permita llegar a todos los puntos de crecimiento y racimos. El cubrir bien hace la diferencia. Hay que entender la diferencia entre mojar y cubrir bien”, enfatiza Cruz.

Lo otro que es importante es el sistema de aplicación, porque el oídio necesita que se aplique una cobertura máxima, es decir, que llegue a todas partes de la canopia. Muchas veces cuando los productores llegan con su fruta mal a destino no es porque haya pérdida de sensibilidad a ciertas moléculas o resistencia a ellas, sino que el problema está en que la aplicación es deficiente, y eso genera un gran riesgo.

“Para que tengamos una máxima cobertura, uno de los problemas es la regulación de las máquinas, ver cómo están al inicio de la temporada, revisar las boquillas y la calibración”, aconseja Marcela Esterio.

Recomendaciones generales

Para la asesora Carolina Cruz es importante cubrir de buena manera los tejidos del parrón en sus primeras etapas, porque esos tejidos están en permanente cambio, por lo que los fungicidas deben ser aplicados en intervalos menores que en otro momento fenológico y nunca superar los 8 días.

Tanto Esterio como Cruz resaltan que hay que mantener los parrones ventilados y quitar el exceso de canopia para que entre la luz, porque al oídio no le gusta la luz UV, pero siempre resguardando al racimo de los rayos directos del sol para evitar así que sufra quemaduras o sus bayas se pongan doradas.

Por eso, un aspecto que hay que resguardar es la fertilización nitrogenada. “Esta debe ser balanceada para que la planta no se vaya en vicio y evitar así un exceso de follaje, que además de implicar sombramiento, va a impedir una mejor ventilación. Si hay mucho follaje va a haber mayor sombramiento, y si esto ocurre se da una mejor condición para el desarrollo de infecciones por oídio”, concluye Marcela Esterio.

Los Tratamientos preventivos deben ser más seguidos, si es alta la presión de la enfermedad. Las primeras aplicaciones deben ser temprano, cuando la yema está hinchada.

Crece la tendencia a usar productos de origen natural. El azufre es una buena arma contra el hongo, pero debe ser usado antes de que aparezca. Las dosis justas se vuelven clave para que los productos multipropósito sean más eficientes. El uso de productos naturales en conjunto con los tradicionales está demostrando mejorar el control.

Fuente: Revista del Campo

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