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Para lograr este objetivo se requiere tomar en cuenta cuatro aspectos fundamentales: el tipo de maleza que se desea controlar, la especie frutal que se quiere proteger, el tipo de suelo que se posee y el sistema de riego con el que se cuenta en el huerto.

huertos-frutales herbicidasGracias a su alta efectividad, los herbicidas suelo-activo –también llamados persistentes, pre emergentes o residuales– se han convertido en una alternativa muy utilizada para el control de las malezas de hoja ancha y gramíneas provenientes de semillas en hortalizas, frutales y cultivos anuales.

La tecnología, que apunta a facilitar el proceso de desmalezado, tiene la capacidad —gracias a sus moléculas— de combatir a estos agentes en sus primeros estados de desarrollo, es decir, cuando empiezan a germinar.

Si bien en el caso de los frutales la oferta de herbicidas es más acotada, esto no significa en ningún caso que la calidad sea menor. De hecho, para los expertos, los resultados que se obtengan dependerán, en gran medida, de la elección del producto.

Mecanismo de acción

Los herbicidas suelo-activo son absorbidos por todo el tejido tierno que emerge desde el suelo.

El diuron y la simazina, por ejemplo, son herbicidas que inhiben la fotosíntesis de las semillas de las malezas. El oxifluorfen rompe las membranas celulares, mientras que la pendimentalina es un inhibidor de la división e elongación celular.

“El indaziflam, por su parte, es un herbicida que actúa sobre la síntesis de celulosa de las malezas, proceso fundamental en la etapa de germinación de las semillas. Esto, a su vez, actúa a nivel de meristemas. Las semillas en germinación al entrar en contacto con el herbicida se ven impedidas de formar nuevas estructuras y mueren antes de emerger”, agrega Mauricio Arias.

Recomendaciones de aplicación

Para llevar a cabo una buena aplicación, el asesor Juan Ormeño aconseja lo siguiente:

-Fijarse en la vida media o persistencia que tienen los productos, en otras palabras cuán dura es la molécula para que resista en el suelo y no sea degradada por microorganismos ni reacciones químicas.

-Realizar aplicaciones sucesivas y complementarias.

“En vez de aplicar dos dosis grandes en invierno, es mejor aplicar dosis medias en invierno y a inicio de primavera”, dice.

-Usar dosis máximas, con el fin de cubrir las necesidades de verano. No obstante, antes de hacer esto, se necesita un análisis de suelo.

Para Verónica Díaz, profesora de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile, hay cuatro ámbitos a tomar en cuenta antes de elegir el producto que se usará:

1-Tipo/s de maleza a controlar

Tal como ocurre en otros casos, la efectividad que se logre con estos productos dependerá del enemigo que se desea atacar.

“El efecto del diuron, por ejemplo, es muy similar al de la simazina. Ambos controlan, principalmente, malezas de hoja ancha, aunque la simazina es más efectiva en el control de gramíneas que el diuron”, asegura Mario Alonso, jefe de la división de herbicidas de Anasac.

El pendimetalin, por su parte, no tiene una acción muy relevante sobre malezas de hoja ancha, no así sobre las ballicas resistentes, donde aparece como una excelente alternativa.

El oxyfluorfen, en tanto, suele ser usado como complemento al pendimentalin, debido a que sirve para combatir las malezas de hoja ancha. No obstante, casi no tiene efecto sobre las gramíneas. El oxyfluorfen y la pendamentalina son las únicas dos moléculas herbicidas que pueden ser utilizadas en plantaciones frutales nuevas

2-Especie frutal

La elección del producto dependerá también de la especie frutal que se pretende proteger. Y es que cada formulación comercial describe en su etiqueta los frutales con los que es compatible.

La simazina, por ejemplo, puede ser usada en vides, manzanos, cítricos, paltos y nogales, entre otras especies. Algo similar ocurre con el diuron, el oxyfluorfen y el pendimentalin.

3-Tipo de suelo

A juicio de los expertos, el tipo de suelo que tenga el huerto es el dato más relevante a la hora de llevar a cabo la elección del producto.

“Lo que importa no es el desarrollo de la planta, sino el tipo de suelo; es lo único que puede resultar restrictivo para hacer aplicaciones”, sostiene Juan Ormeño, asesor agronómico experto en herbicidas.

Y es que para una correcta aplicación de herbicidas suelo-activo, se necesitan suelos con capacidad de intercambio. Juan Ormeño explica que esto corresponde a la sumatoria del contenido de arcilla y de materia orgánica, presencia de coloides y el porcentaje de saturación base. Este es un indicador que se usa con frecuencia en la aplicación de fertilizantes.

Una capacidad de intercambio sobre 10-15 es apropiada; no así cifras menores, debido a que esto significa que no existen suficientes coloides a los que las moléculas puedan adherirse.

“He visto suelos aptos con 4% o 5% de materia orgánica y un contenido de arena de 40%. Eso derriba el mito de que los suelos arenosos son pobres en materia orgánica. En general, sobre 20% de arcilla y un 2,5% de materia orgánica resulta suficiente para usar un herbicida residual”, asegura Juan Ormeño.

Si bien cada formulación comercial hace recomendaciones acerca del tipo de suelo que se requiere, lo más adecuado es que los agricultores cuenten con su propio análisis de suelo. Esto les permitirá estar al tanto de la composición del suelo del predio donde se realizarán las aplicaciones de herbicidas suelo-activo y evitar una potencial toxicidad.

“La única restricción para evitar toxicidad es el tipo de suelo. Si este tiene sobre un 30% de arcilla y sobre un 5% de materia orgánica, estás en total libertad. Si tiene menos de 2,5% de MO y menos de 10% de arcilla, lo mejor es irse con cuidado y usar herbicidas que tengan un Koc —indica el grado de adsorción o cohesión del herbicida con el suelo. A mayor valor, más alta es la retención de moléculas— tan alto que sean prácticamente inmóviles”, puntualiza el asesor.

La persistencia en el suelo

Realizar una correcta aplicación de los herbicidas y así lograr el objetivo de controlar las malezas en el tiempo requerido, también está relacionado con el periodo de persistencia que tenga el producto.

Cabe destacar que normalmente las aplicaciones de los herbicidas suelo-activo se realizan en invierno, con el fin de buscar que sus efectos se extiendan hasta primavera, que es cuando los distintos cultivos comienzan a salir del receso invernal.

“La persistencia es difícil de determinar porque en ella influye el contenido de MO, de arcilla, el volumen de agua caída(cuánta agua lluvia recibió después de la aplicación) y la temperatura, entre otros. A partir de la vida media (DT50) de los herbicidas, se puede estimar cuánto tiempo pueden durar en el suelo que en promedio persisten de 3 a 4 meses, aunque eso no es seguro”, agrega Mario Alonso.

En el caso del indaziflam, por ejemplo, que es un herbicida suelo-activo de amplio espectro, el tiempo de persistencia es similar al señalado anteriormente.

“(El producto) presenta una ‘vida media’ de entre 80 y 100 días. La biodegradación en el suelo genera la mineralización del indaziflam a dióxido de carbono, evitando su acumulación en el medio ambiente”, agrega Mauricio Arias, grower marketing de Crop Science Bayer.

Para Juan Ormeño, en tanto, estos herbicidas son persistentes debido a que tienen la capacidad de mantenerse casi inalterados por un periodo de tiempo en el suelo. También aclara que la vida media o DT50 corresponde al número de días necesario para reducir el 50% de la dosis aplicada, y que la vida media más el Koc se usa para determinar la persistencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Crédito: Juan Ormeño

“El Koc de cada molécula es informado al SAG, pero aun así esa información no llega al productor. El problema es que sin este valor no sabrás la capacidad de movimiento y, por ende, el tiempo que permanecerá el herbicida en el suelo”, reclama Ormeño.

Para los expertos, el Koc debiera ser considerado por los productores antes de diseñar su plan de herbicidas, especialmente si se desea utilizar productos suelo-activo, debido a que es una de las mejores herramientas para determinar la dosis y el producto a aplicar.

Las aplicaciones

Normalmente, los herbicidas suelo-activo son aplicados en el suelo a través de un medio líquido. Una vez allí, se adsorben en los primeros 5 centímetros de suelo, donde entran en contacto con los coloides orgánicos (MO) e inorgánicos (arcilla). En este proceso, los herbicidas persistentes son atraídos electromagnéticamente por esos coloides, por lo que la única forma de liberarse temporalmente de ellos es con el agua.

“Los herbicidas se comportan en el suelo exactamente igual que los fertilizantes, por lo que para que funcionen, tiene que haber agua libre. ¿Qué significa agua libre? Agua a capacidad de campo antes de saturación. Así, a mayor contenido de agua, mayor será la capacidad de liberación de los cationes adsorbidos. Si esto no ocurre, el producto no se moverá”, explica Juan Ormeño.

Por lo mismo, el contenido de agua que tenga el suelo después de aplicados los productos aparece como un tema fundamental para el resultado final del proceso.

“El agua desadsorbe las partículas de herbicida de los coloides y los deja en solución suelo, en ese momento entran en contacto con las semillas en germinación. Cuando la humedad disminuye, el herbicida vuelve a adsorberse a los coloides”, indica Mario Alonso.

4-Sistema de riego

En ese contexto, el sistema de riego con el que se cuente será fundamental para obtener buenos resultados en el huerto frutal. Así, por ejemplo, las tecnologías como el riego por aspersión, posibilitan imitar el efecto de una lluvia, por lo que la caída de precipitaciones dejaría de ser relevante para llevar a cabo la aplicación.

No obstante, esto no quiere decir que todos los productos puedan aplicarse en cualquier momento. Y es que muchos pueden terminar evaporándose o codestilando, quemando brotes, manchando la fruta o simplemente interfiriendo con el plan fitosanitario y de fertilizantes. Por lo mismo, se recomienda estudiar cada caso en particular.

Juan Ormeño recomienda mojar el suelo antes de la aplicación, lo que permitirá que esta sea más uniforme. Sin embargo, enfatiza en que esto no significa, en ningún caso, que haya que saturar el suelo a tal punto que las máquinas no puedan entrar al huerto.

“Cuando los agricultores vean que el suelo cambia de color, ese es el momento de aplicar”, advierte.

El factor toxicidad

El temor a una potencial toxicidad es común entre los productores que deben realizar aplicaciones fitosanitarias.

Afortunadamente, muchos de estos productos son bastante amigables con el medio ambiente. El indaziflam, por ejemplo, tiene propiedades físico-químicas que le hacen ser un herbicida que no genera riesgo de lixiviación, por lo que puede ser aplicado temprano en invierno.

“Para que no haya toxicidad hay que hacer bien la aplicación y calcular bien la persistencia. Si todo es correcto, no hay ni siquiera riesgo de contaminación de napas”, declara Verónica Díaz.

Fuente: El Mercurio Campo

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