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Al año se comercializan cerca de 90 millones de plantas frutales y mil millones de plantines de hortalizas, y ya se exportan 20 millones de dólares. La estandarización de la oferta, la categorización de los viveros y la entrega oportuna del material son parte de los desafíos del sector.

“Hoy, la industria de los viveros vive tiempos apasionantes, debido a que hay en marcha una reactivación de la economía que junto con el tipo de cambio están impulsando nuevas plantaciones y recambio de especies y variedades”, señala Jorge Nanjarí, presidente de la Asociación de Viveros de Chile.

El buen panorama encuentra con viento de cola a una industria que ha crecido sostenidamente en los últimos cinco años, y que también empieza a ser protagonista en los mercados internacionales. El crecimiento de 17,4% en la cantidad de plantas vendidas entre 2013 y 2017 muestra el dinamismo del sector, lo mismo que los casi 30 millones de dólares que se estima se exportarán este año.

La carta de presentación del sector indica que al año comercializa alrededor de mil millones de plantines de hortalizas y noventa millones de plantas frutales, y exporta a más de 30 países, de un total de 56 con los que tiene acuerdos y protocolos fitosanitarios firmados. Además, la actividad de los viveros genera más de 4.000 puestos de trabajo directos, 65% de los cuales son para mujeres y principalmente en zonas rurales, resalta Jorge Nanjarí, fundador de Viveros Sunnyridge, quien a partir de abril de 2018 está al frente del gremio.

Frutillas, uvas de mesa y viníferas encabezan el ranking con la mayor cantidad de plantas vendidas, aunque avellanos y arándanos, con menor volumen, muestran un notable crecimiento, acorde con el auge que están teniendo, lo mismo que los cerezos (ver infografía).

“Sin plantas no hay agricultura”, resalta el presidente de Viveros de Chile, al poner de relieve la importancia del sector.

“El valor de la industria de viveros en Chile no está dado por sus activos o por los negocios que realiza, sino por la capacidad estratégica que entrega al país y a sus agricultores, al disponer de plantas de calidad para iniciar proyectos y plantaciones que, una vez realizados, generarán más puestos de trabajo y retornos, y moverán la economía en los sectores de la alimentación, exportaciones de frutas, vinos, fertilizantes, maquinaria, riego y muchos otros. Esa capacidad estratégica es la que nos hace sentirnos orgullosos de nuestro trabajo y de ahí nuestro lema: ‘La planta es lo primero'”, señala.

No obstante el buen momento, varios son los desafíos que tiene esta industria.

Calidad y oportunidad

En el sector se asume que el principal reto de los viveros hoy es ser capaces de entregar al mercado plantas de calidad, con oportunidad y en la cantidad requerida por los agricultores.

“Si bien lo anterior puede parecer un cliché, no lo es, debido a que no es fácil anticiparse en uno o más años a los requerimientos que tendrán los agricultores en términos de qué especie, variedad y combinación de patrón y variedad van a ser plantadas”, señala Nanjarí.

De lo que se trata también es de homogeneizar la calidad y la sanidad en los viveros nacionales.

“Hay viveros más profesionales y otros, por definirlos de alguna manera, más caseros. Los primeros son más homogéneos en la oferta y con especial cuidado en la calidad y en la sanidad”, señala Juan Enrique Concha Ureta, vicepresidente de Viveros Requínoa.

Para Nanjari, el agricultor ya conoce el producto.

“Hoy estamos insertos en un mundo global. Nuestros clientes son agricultores informados, que saben muy bien distinguir y valorar la calidad y sanidad en las plantas, y que muchas veces también tienen inversiones agrícolas en otros países, por lo que conocen y saben muy bien qué quieren y cuál es la calidad final deseada. Por otro lado, en la industria de los viveros conviven empresas familiares con sociedades anónimas o filiales de empresas extranjeras, lo que lleva a que hoy todos los actores conozcan los estándares de lo que se entiende por una buena planta en cada especie y exijan su cumplimiento”, señala.

Acceso a nuevos materiales

Dados los cambios en gustos de consumidor, a nivel de desarrolladores aparece nuevo material genético, que Chile busca incorporar. Y si bien está disponible, el ingreso al país se hace lento, producto de la necesidad de cumplir con cuarentenas que, de acuerdo a los especialistas, retrasan la posibilidad de comenzar a contar con este.

“Una traba actualmente es el largo proceso para la internación de nuevas variedades. La autoridad exige una serie de requisitos sanitarios para otorgar el permiso de importación y, una vez llegada la importación, se le vuelven a hacer todos los testeos que se exigen para importarlas en Chile, lo que retrasa considerablemente la disponibilidad de la variedad nueva para el productor”, opina Juan Enrique Concha, de Viveros Requínoa.

Eso sí, el reconocimiento de planteles extranjeros ha ayudado a facilitar el ingreso de nuevos materiales, dice el presidente de Viveros de Chile.

“El mayor valor que tenemos como país es mantener nuestro patrimonio fitosanitario libre de plagas externas. En ese contexto, el SAG cumple un rol fundamental en la protección agrícola y en el monitoreo y posterior control de las amenazas que nos pudieran afectar. La mantención y utilización de las cuarentenas es una medida que va en el sentido de preservar nuestro patrimonio fitosanitario, que la industria hoy conoce y utiliza sin problemas, dado que nuestro negocio se basa en ser capaces de producir plantas de calidad y sanidad controlada”, dice Nanjari.

Aclara sí que, a su juicio, las amenazas al patrimonio fitosanitario no vienen normalmente por el lado de los viveros, sino que están asociadas en mayor grado al paso de turistas, vehículos y al movimiento internacional que cada día cruza nuestras fronteras.

Más mercados

Con las exportaciones de plantas como la gran punta de lanza para el crecimiento del sector, aún hay mercados que no cuentan con los acuerdos sanitarios de entrada. Si bien se reconoce que los plazos en estas negociaciones son largos y pueden pasar años, hay varios mercados interesantes de cubrir a la espera, como Brasil y Colombia.

“Esa es una petición histórica de la asociación. Estamos con el SAG de la mano en una mesa de trabajo respecto de las exportaciones y hemos fijado hitos en la apertura de países, pero falta acelerar algunos mercados que han andado más flojos, no por parte de Chile, sino de los otros países que analizan los riesgos de plagas”, señala Jorge Valenzuela, socio de Viveros Nueva Vid.

Cuenta que después de muchos años se abrió Brasil para llegar con arándanos, pero la uva sigue cerrada. El de Colombia también es mirado como un mercado interesante, pero todavía no está abierto desde el punto de vista de los acuerdos sanitarios. Se da la paradoja de que importan plantas de uva de mesa desde Perú y no recurren a la verdadera fuente.

El presidente de Viveros de Chile plantea la confianza del gremio en que todos los actores, tanto a nivel político como técnico, están alineados en abrir más y nuevos mercados y destinos para las plantas “made in Chile”.

“Desde hace unos años que hay un trabajo conjunto entre nuestro gremio, las autoridades agrícolas y las de relaciones exteriores, que permite ir priorizando los mercados que es necesario abrir. Lo anterior no es un trabajo rápido ni nada de fácil, ya que pasa también por la voluntad de la autoridad agrícola extranjera en apurar los análisis de riesgo de plagas y fitosanitarios que se requieren desde el punto de vista técnico. Asimismo, pasa por decisiones políticas de aperturas de comercio internacional para un determinado producto”, señala Nanjari.

Las vías de futuro

El vicepresidente de Viveros Requínoa no ve que haya una alineación de los viveros respecto de la reconversión y renovación de huertos en que está empeñada la fruticultura.

“La mayoría trabaja viendo el corto plazo y lo más demandado”, señala.

Por eso plantea -frente a un presente del negocio en que se aprecia a los viveristas produciendo lo que más demandan los productores- que el futuro está en viveros más especializados en ciertas especies.

“La tendencia debiera ser la especialización y el trabajo a largo plazo”, señala Juan Enrique Concha.

Como gremio, los retos son estandarizar la calidad del producto ofrecido y diferenciar los viveros.

“Queremos enfocarnos en la categorización de los viveros, estableciendo compromisos a cumplir para subir de categoría y hacer un mejoramiento continuo del rubro, con auditorías periódicas. Y también trabajar en la estandarización de la calidad de las plantas y en mejorar la trazabilidad de los materiales”, señala Maritrini Lapuente, gerenta de Viveros de Chile.

Otro punto que tiene que ver con el futuro de esta actividad es la disponibilidad de agua de riego.

“Esa es la principal amenaza, que nos hace mirar con cierta envidia los proyectos que se encuentran desarrollando nuestros vecinos en Perú y que les han permitido irrigar amplias y vastas zonas de desierto, incorporando tierras improductivas al desarrollo y a la agricultura”, señala Jorge Nanjari.

Fuente: Revista del Campo

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