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La industria busca alternativas para desarrollar herramientas que puedan garantizar el control efectivo de este patógeno.

La botrytis sigue atacando fuerte a la uva de mesa, al menos desde Aconcagua al sur, independiente de los esfuerzos. El drama, dicen los expertos, es que la situación se agrava porque los tratamientos químicos tradicionales pierden la batalla contra el patógeno, que se vuelve resistente. La situación no es un hecho que afecte solo a Chile, sino que es un fenómeno global, que se ha registrado en todos los países donde se produce uva -y otras especies a las que ataca el hongo- como Francia, Italia, Australia y Estados Unidos.

“El gran problema es que hoy las exigencias de los mercados en cuanto al tema de botrytis son altísimas. Por lo mismo, si te encuentran una o dos bayas infectadas, tendrás que reembalar, lo que trae asociado un costo adicional. Si a esto le agregamos que estamos mandando fruta a mercados cada vez más lejanos, el panorama resulta tremendamente desafiante”, afirma Carolina Cruz, asesora experta en uva de mesa y presidenta de Uvanova.

Nuevas alternativas

El problema es que el hongo tiene una gran capacidad de reaccionar y adaptarse a nuevas condiciones, lo que complica su control.

“La botrytis es un hongo que tiene la capacidad de adaptarse al medio, de mutar -incluso en una misma temporada- y reaccionar rápidamente al manejo al cual es sometido. Esto último dependerá de la condición climática, principalmente de la temperatura y humedad, del lugar donde se ubique el huerto, del sistema de conducción utilizado o de si se ocupa o no cobertura, entre otras cosas”, explica Marcela Esterio, fitopatóloga y académica de la Facultad de Agronomía de la U. de Chile.

La resistencia no solo está dada por el componente biológico, sino también por el riesgo agronómico y, sobre todo, por el mal uso que muchos productores hacen de los fungicidas.

“A menudo vemos que los productores hacen un mal desarrollo de los programas, justamente por posicionar los productos en momentos poco indicados. Esto nos lleva a que una muy buena molécula no genere el efecto deseado”, plantea la doctora Cecilia Ramos, fitopatóloga y gerente técnico de Laboratorios Diagnofruit.

Si bien a nivel químico la aparición de nuevas moléculas ha sido constante, una de las últimas innovaciones es la aparición de alternativas no residuales, que actúan como activador del mecanismo de defensa de la planta y ayudan a hacer un programa más efectivo, menos contaminante y más sustentables.

En el mercado, además, figuran los extractos de plantas que ganan reputación, debido a que son antirresistencia y controlan tanto las cepas sensibles como las resistentes. “Actualmente, los nuevos extractos de plantas son muy interesantes, debido a que permiten, por ejemplo, bajar los niveles de resistencia, en la medida que se van intercalando con los fungicidas de alta eficiencia”, advierte Marcela Esterio.

Los expertos coinciden en que lo más importante es que las aplicaciones se hagan a través de un tratamiento estable. “Lo que pasa con estos productos, sobre todo cuando hablamos de control biológico a base de antagonistas, es que es muy difícil asegurar que lote tras lote se cuente con la misma estabilidad y cantidad de organismos disponibles para el tratamiento. De todas maneras, esto debería ir mejorando con el tiempo”, asegura Cecilia Ramos.

Otro punto a considerar es utilizar los productos en el momento adecuado, lo que dependerá de factores, como la carga de patógenos del huerto y los productos químicos que se estén utilizando. Además, dicen los expertos, las aplicaciones deben ser continuas en el tiempo, de lo contrario no tendrán mayor efecto.

Pese a lo positivo que resulta el surgimiento de estas herramientas, los expertos hacen un llamado a tener claridad de que si se está hablando de un huerto de uva de mesa, una parte importante del programa deberá contemplar el uso de productos químicos.

Además, es clave construir un buen programa a partir de la realidad del huerto. De igual forma, se debe aspirar a conocer lo mejor posible la población de botrytis que se va a enfrentar, para lo cual se deberá monitorear el huerto y conocer las características de la variedad de uva de mesa con que se trabaja,.

Marcela Esterio asegura que las aplicaciones en flor deben ser capaces de combatir la botrytis, pero también oídio, que es otra de las grandes amenazas que por estos días enfrenta la uva de mesa.

Fuente: Revista del Campo

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