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Una poda que rebaje el árbol permite aumentar la luminosidad del huerto, generando más avellanas y anticipando la entrada en producción.

El avellano europeo es altamente dependiente del sol. Por ello, un buen control del vigor, permitirá mejorar la entrada de luz a los árboles, con lo que se podría aumentar hasta en 30% la productividad del huerto.

La forma de hacerlo es a través de una estrategia de poda, que se debe establecer de acuerdo con las condiciones de cada huerto, explicó Samuel Román, asesor experto en fruticultura, en el Primer Día Nacional del Avellano Europeo.

“En los últimos años hemos venido desarrollando dos líneas de trabajo: una que busca tratar un huerto adulto emboscado en algún grado, y otra que apunta a evitar que los huertos en formación se embosquen, para así lograr una mayor productividad”, afirma Román.

Un alto porcentaje de los huertos adultos del país, especialmente aquellos que se encuentran plantados en alta densidad, se encuentran emboscados. Esto, además de aumentar las posibilidades de que se produzcan problemas sanitarios en los sectores oscuros, lleva a que los árboles emitan brotes largos y delgados -en busca de luz-, que los centros productivos se establezcan a mucha altura y a que en las partes bajas surja mucha madera sin brotes ni fruta; es decir, improductiva.

“Cuando esto ocurre, vemos que muchos árboles llegan a medir más de 6 metros de altura, lo que para una producción total de 3 a 5 kg/árbol es totalmente injustificado”, indica Samuel Román.

Ante esta situación se recomienda realizar un trabajo de poda durante el invierno, con el fin de eliminar el exceso de ramas y rebajar el árbol. Esto llevará a que en primavera la planta genere abundantes brotes vigorosos o chupones, los cuales deben ser despuntados entre diciembre y enero.

“Esta técnica, que se aplica en otras especies frutales, como manzanos, arándanos y cerezos, permitirá tener una planta con mejor luminosidad, más pequeña (no más de 3-3,5 m) y alrededor de 30% más productiva, lo que justifica todos los esfuerzos”, afirma el asesor.

En el caso de los huertos en formación -con plantas en crecimiento-, que no estén emboscados, el trabajo de rebaje del árbol tendrá que ser mucho más suave.

“En los meses de verano, hay que hacer una especie de pellizco o despunte de unos 20 cm en todas las ramas y ramillas en crecimiento, tal como lo hacían los maestros del bonsái”, explica Samuel Román.

Este trabajo, sumado a la eliminación de algunas ramas interiores del árbol en invierno -para evitar un emboscamiento interno-, permitirá potenciar el trabajo de las citoquininas (hormonas de la planta que generan división y diferenciación celular) y la luz, e inducirá una gran cantidad de yemas axiales a reproductivas y finalmente a centros frutales, con lo que la producción del árbol debiera aumentar de forma significativa.

“Creemos que si modelamos la evolución de un huerto adulto emboscado y otro no emboscado trabajado de esta manera, tendremos que este último debería producir al menos 50% más al momento en que las plantas adultas estén estabilizadas. Con esto, además, podemos pensar en mayores densidades por hectárea, mayor producción e incluso adelantar el flujo productivo”, asegura Samuel Román.

Además del control del vigor, no hay que olvidar factores como el riego, que es clave, así como un adecuado control de malezas, plagas y enfermedades.

Fuente: Revista del Campo

 

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