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Plantas con raíces voluminosas y con una buena penetración del suelo permitirán que el árbol tenga un buen desarrollo aéreo y exprese mejor su potencial productivo. Un buen trabajo de suelo y plantas que vengan desde el vivero con raíces en buenas condiciones son el primer paso para eso.

Ante una caída en la producción, la causa suele buscarse en la madera, las hojas o en lo que se aplicó. Pocas veces se piensa que la causa puede estar en las raíces, a pesar de que son el corazón de toda la estructura vegetal.

“La raíz no solo es el órgano fundamental para absorber agua y nutrientes en la planta, sino que además su desarrollo determinará el rendimiento productivo y la longevidad del cultivar”, asegura Juan Hirzel, investigador del INIA Quilamapu y especialista en fertilidad de suelos y nutrición vegetal.

En la medida que el sistema radicular sea más extenso y voluminoso, mayor será la capacidad del frutal para adaptarse a factores de estrés, lo que, a su vez, redundará en que la parte aérea de la planta se desarrolle mejor. La idea, dicen los expertos, es que el sistema radicular dote a la planta de juvenilidad, energía y capacidad de trabajo, para que se sinteticen altas cantidades de hormonas, especialmente auxinas, que son las más importantes para las raíces.

“Si existe disponibilidad de nutrientes y agua en el suelo, la raíz no detendrá su labor, ya que constantemente estará transportando elementos para continuar su trabajo fotosintético. Esto hace que sea muy difícil que la planta se estrese por factores abióticos como el clima”, asegura Juan Hirzel, del INIA.

Por lo mismo, dicen los expertos, resulta fundamental propiciar que las raíces sean fuertes, se desarrollen bien y tengan capacidad de expansión, tanto en profundidad como en lateralidad.

Un manejo temprano

Lo primero es conocer el estado y las condiciones del terreno en que se establecerá el huerto, para lo que se recomienda un análisis de suelo.

“El estudio o análisis de suelo identificará cuáles son las limitaciones y virtudes físico-químicas del terreno, el nivel de compactación, la existencia de diferentes estratas a lo largo del perfil y si hay problemas freáticos (nivel de agua subterránea). Esto se puede hacer a través de calicatas o con la ayuda de un experto”, explica Julio Cornejo, asesor de Agroconsultores.

Asimismo, el análisis de suelo permitirá saber si el suelo es arenoso, arcilloso o franco, lo que resultará fundamental para llevar a cabo manejos como la fertilización, ya que existen diferencias importantes en las propiedades de aireación y compactación, así como en la fijación de los elementos y la capacidad de la raíz para acceder a ellos.

Con los antecedentes anteriores, el siguiente paso es preparar el terreno para beneficiar el desarrollo radicular, una vez que las plantas estén establecidas.

En ese contexto, el primer paso es roturar el suelo para evitar las compactaciones y generar un espacio poroso amplio. Para esto se puede utilizar una retroexcavadora con un tridente y de forma paralela se pueden hacer camellones, los cuales aumentarán el volumen de suelo útil para el sistema radical, especialmente en aquellos terrenos de baja profundidad.

El siguiente paso es desinfectar el suelo antes de plantar. “Esto se traduce en asegurarse de que el terreno esté libre de nemátodos, insectos o patógenos, lo que deberá ser evaluado por un técnico experto”, complementa Gamalier Lemus.

Esta preparación, debería realizarse en invierno o primavera, aunque siempre dependerá de las necesidades del agricultor.

Las plantas adecuadas

Otro elemento clave es preocuparse de que las plantas tengan un buen sistema radicular, es decir, sin raíces retorcidas, con desvíos o que presenten torceduras en su madera.

“La selección en el vivero debe ser cuidadosa. Es necesario buscar los ejemplares con las raíces más abundantes, sin grandes cortes sufridos en el proceso de arrancado”, advierte Gamalier Lemus, investigador del INIA Rayentué.

También hay que preocuparse de que el tiempo entre el retiro de la planta del vivero y su establecimiento en el huerto sea el menor posible, con el fin de evitar la muerte de raíces y raicillas.

El sistema radicular debe venir desde el vivero sin raíces retorcidas, ni desvíos ni torceduras en su madera.

Fuente: Revista del Campo

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