Agricultura vertical
Agricultura vertical
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En la gran mayoría de los países, incluido Chile, la agricultura es una herramienta esencial para el desarrollo económico y eje de articulación social.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y Agricultura (FAO), señalaron que la agricultura y el uso de tierra para cultivos es responsable de un 20% de las emisiones de gases invernadero y de un 70% de agua a nivel mundial; y a pesar del aumento constante en el rendimiento de los cultivos, cerca de 700 millones de personas pasan hambre. 

En este sentido, en Chile la agricultura vertical es un término aún desconocido y podría ser la respuesta y solución a muchos problemas ambientales que se generan en la agricultura tradicional. Tales como degradación de suelos, emisión de gases de efecto invernadero, consumo masivo de agua, entre otros.

¿Qué es la agricultura vertical?

Es la práctica de cultivar alimentos en ambientes de interior controlados, teniendo una tecnología única que controla la temperatura, luz y humedad perfectamente reguladas para el crecimiento óptimo del cultivo.

Generalmente establecidas en distintos “pisos” verticales suspendidas en agua y nutrientes. En Chile, se conocen como huertos inteligentes o granjas verticales donde hoy en día se produce mayoritariamente hierbas aromáticas, de infusiones, hortalizas, lechugas, entre otras.

Esta agricultura consume un 95% menos de agua y 99% menos de tierra, tampoco requiere del uso de pesticidas ni químicos, por lo que el crecimiento y consumo de los alimentos son totalmente orgánicos.

Asimismo, permite minimizar el impacto ambiental que produce el transporte de dichos alimentos entre regiones o países.

Tal es el caso de la startup chilena WeFarm, que busca instaurar el acceso a alimentos frescos y saludables por medio de dicha agricultura y con ello avanzar en la reducción de desperdicio alimentario y minimización de residuos de envases.

“Con estos huertos se entregarán opciones sustentables e innovadoras no solo para las personas en sus casas, sino ampliar esta conciencia hídrica en empresas y comunidades” explica Erik Samsing, de WeFarm.

Según la ONU, el objetivo para el 2030 es que los países deben asegurar la sustentabilidad en la producción de alimentos y aplicar prácticas que puedan permitir la productividad, pero que, al mismo tiempo, contribuyan a la preservación de los ecosistemas.

“Los huertos inteligentes llegaron para quedarse y pueden dar solución a varios problemas ambientales, pudiendo evitar desperdicios de cultivos que puedan darse debido a condiciones climáticas o pestes inesperadas”.

“Por otro lado, estamos instaurando esta tendencia en las organizaciones para generar conciencia entre los mismos colaboradores y que puedan plantar y consumir los alimentos desde allí”, finalizó Samsing.

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