Michelle Line / Flick
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Doyle Lee Ham es un preso condenado a muerte en Alabama, EEUU, que decidió demandar a las autoridades de su estado luego de que fallara su ejecución.

De acuerdo a la demanda, Hamm pidió que le revocaran la sentencia.

El método de ejecución era la inyección letal, sin embargo, los trabajadores a cargo no lograron encontrar una vena. Luego de varias horas de pinchazos, se desistió temporalmente la sentencia debido a que terminó el plazo estipulado para la sentencia.

Los abogados del sujeto calificaron la experiencia como “tortura”.

Hamm, de 61 años, fue condenado a muerte por  asesinar al recepcionista de un motel durante un atraco en 1987. 

El prisionero además fue diagnosticado de cáncer en 2014 y, de acuerdo a sus asesores legales, el tratamiento debilitó sus venas.

Los abogados del reo afirman que “su sentencia de muerte ahora es anti-constitucional, cruel, innecesariamente dolorosa y lenta”.

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