OZAN KOSE / AFP
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Arabia Saudita admitió este sábado que el periodista saudí Jamal Khashoggi había muerto en el interior de su consulado en Estambul, más de dos semanas después de que su desaparición provocara una de las peores crisis internacionales del reino.

“Las conversaciones entre Jamal Khashoggi y las personas con las que se entrevistó en el consulado del reino en Estambul (…) degeneraron en una pelea, que provocó su muerte”, indicó la agencia oficial SPA, citando a la fiscalía.

Riad, que reveló los resultados de su investigación interna sobre la desaparición del periodista, anunció asimismo la destitución de un alto responsable de sus servicios de inteligencia, Ahmad al Asiri, y de un importante consejero de la corte real, Saud al Qahtani.

Se trata de dos cercanos colaboradores del príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, sobre el que había aumentado la presión por el caso Khashoggi en los últimos días.

Las autoridades anunciaron asimismo el arresto de 18 personas en el marco de la investigación sobre la desaparición del periodista.

El rey Salmán ordenó además la creación de una comisión ministerial presidida por el príncipe heredero para reestructurar los servicios de inteligencia, informaron los medios oficiales este sábado.

Crisis internacional

El caso Khashoggi, del que no se tenían noticias desde que entró en el consulado saudí de Estambul el 2 de octubre para hacer un trámite, generó una crisis internacional marcada por las acusaciones de responsables turcos, que afirmaron bajo anonimato que el periodista había sido asesinado por un comando saudita enviado desde Riad.

El anuncio del SPA sobre la muerte del periodista en el consulado llegó poco después de una nueva conversación telefónica sobre el caso Khashoggi entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el rey Salmán.

Los dos dirigentes, que hablaron el viernes por la noche, “destacaron la importancia de seguir trabajando juntos”, según una fuente de la presidencia turca que pidió conservar el anonimato.

Erdogan y el rey ya habían mantenido una primera conversación telefónica el domingo sobre la desaparición de Khashoggi, un periodista crítico con Mohamed bin Salmán que vivía exiliado en Estados Unidos desde 2017.

Hasta este sábado por la mañana, las autoridades sauditas siempre habían desmentido su implicación en la desaparición de Khashoggi.

El reconocimiento de su muerte por Riad llegó horas después de que la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, hiciera una nueva advertencia a Arabia Saudita.

Trump aseguró “que podría” haber sanciones contra su aliado saudita, aunque dijo que aún era demasiado pronto para sacar conclusiones.

Consecuencias “muy graves”

Washington reaccionó rápidamente al anuncio de Riad. “Estamos entristecidos al oír la confirmación de la muerte de Khashoggi, y ofrecemos nuestras más sentidas condolencias a su familia, su prometida y amigos”, declaró la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.

“Estados Unidos toma nota del anuncio del reino de Arabia Saudita sobre el hecho de que la investigación sobre la suerte de Jamal Khashoggi avanza y de que [el reino] ha emprendido acciones contra sospechosos que han sido identificados”, añadió la portavoz.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, declaró por su parte estar “profundamente preocupado por la confirmación de la muerte” de Khashoggi.

Trump, que había tratado en un primer momento de no tensar las relaciones con el reino saudita por los intereses estratégicos en común, admitió el jueves por primera vez que Khashoggi estaba probablemente muerto, amenazando a Arabia Saudita con consecuencias “muy graves”.

“Vamos sin duda a contemplar una amplia gama de respuestas posibles, pero yo creo que lo importante es que se esclarezcan los hechos”, dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, a la radio Voice of America.

Pompeo no detalló, sin embargo, las sanciones que podría tomar su país contra Arabia Saudita. Pero los dirigentes estadounidenses mostraron su intención de trabajar con el Congreso donde, antes de que se confirmara la muerte del periodista, varios representantes republicanos ya habían expresado su indignación por las circunstancias de su desaparición.

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