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AFP
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España anunció este sábado que reabrirá las puertas al turismo extranjero a partir de julio, mientras que las playas del sur de Europa se llenaban de cautos visitantes tras largos meses de confinamiento, todo un contraste con la imparable crecida de la pandemia en América Latina.

Los europeos redescubren poco a poco los placeres de un paseo o un baño, aunque bajo vigilancia. El continente, que llegó este sábado a 2 millones de contagiados, sigue siendo el más enlutado por esta pandemia histórica, con más de 173.000 decesos.

Pero es América Latina la que pasó a representar “un nuevo epicentro” de la COVID-19, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un desafío que amenaza la estabilidad social y económica de la región.

La cifra media de decesos y contagios, excepto algún rebrote, ha bajado de forma evidente en las últimas dos semanas en España, el cuarto país en número de muertos (28.678) en el mundo, después de Estados Unidos, el Reino Unido e Italia.

Un dato clave: la transmisión del coronavirus bajó a 0,20, según explicó Sánchez, es decir, que ni siquiera se transmite de persona a persona (1 a 1) en estos momentos. Un logro para un coronavirus muy contagioso, que podría rebrotar en una segunda oleada, según algunos científicos.

Por ello, las precauciones siguen siendo de rigor en Europa. Después de Grecia y Francia, el gobierno italiano autorizó a sus ciudadanos este sábado a acudir a las playas, pero solamente para pasear o bañarse, sin poder tomar el sol en la arena.

“Estaba tan emocionada, extrañaba tanto el mar. Respirar un poco de yodo, poner los pies en la arena, en el agua, comer un pequeño plato de espaguetis. Es suficiente para mí”, comentaba sonriente Arianna Tucci.

Agence France-Presse

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