Cirsitan Rudolffi¼/Aton Chile
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En medio de la última misa masiva en el país, realizada en Iquique, el papa Francisco hizo un llamado a actuar con “hospitalidad” con los inmigrantes y estar atentos ante las injusticias que atraviesan miles de familias que llegan a Chile en busca de nuevas oportunidades.

En su homilía, el sumo pontífice dijo que “cómo saben ustedes de esto, queridos hermanos del norte chileno, cómo saben vivir la fe y la vida en clima de fiesta, vengo como peregrino a celebrar con ustedes esta manera hermosa de vivir la fe”.

“Sus fiestas patronales, sus bailes religiosos que se prolongan hasta por una semana, su música, sus vestidos, hacen de esta forma un santuario de piedad y espiritualidad popularidad. Porque no es una fiesta que queda encerrada dentro del templo, sino que ustedes logran vestir de fiesta a todo el poblado, ustedes saben celebrar cantando y danzando la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante de Dios”, acotó.

“Cobran vida las palabras del profeta Isaías: ‘Entonces el desierto será un vergel y el vergel parecerá un bosque’. Esta tierra, abrazada por el desierto más seco del mundo, logra vestirse de fiesta”, indicó el papa.

En esa línea, recordó que “el evangelio nos presenta la acción de María para que la alegría prevalezca. Ella está atenta a todo lo que pasa a su alrededor y, como buena madre, no se queda quieta y así logra darse cuenta de que, en la fiesta, en la alegría compartida, algo estaba sucediendo: había algo que estaba por ‘aguar’ la fiesta. Y acercándose a su hijo, las únicas palabras que le escuchamos decir son: ‘no tienen vino’”.

“Y así María anda por nuestros poblados, calles, plazas, casas, hospitales. María es la Virgen de la Tirana; la Virgen Ayquina en Calama; la Virgen de las Peñas en Arica, que anda por todos nuestros entuertos familiares, esos que parecen ahogarnos el corazón para acercarse al oído de Jesús y decirle: mira, ‘no tienen vino’”, agregó.

Y continuó, “el milagro comienza cuando los servidores acercan los barriles con agua que estaban destinados a la purificación. Así también cada uno de nosotros puede comenzar el milagro, es más, cada uno de nosotros está invitado a ser parte del milagro para otros”.

Hermanos, señaló el sumo pontífice, “Iquique es tierra de sueños –eso significa el nombre en aymara-, tierra que ha sabido albergar a gente de distintos pueblos y culturas que han tenido que dejar a los suyos, marcharse. Una marcha siempre basada en la esperanza por obtener una vida mejor, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas cargadas con miedo e incertidumbre por lo que vendrá”.

“Iquique es una zona de inmigrantes que nos recuerda la grandeza de hombres y mujeres; de familias enteras que, ante la adversidad, no se dan por vencidas y se abren paso buscando vida. Ellos –especialmente los que tienen que dejar su tierra porque no encuentran lo mínimo necesario para vivir- son ícono de la Sagrada Familia que tuvo que atravesar desiertos para poder seguir con vida”, sostuvo.

Por esto, es que el papa llamó a que busquemos que esta tierra “siga siendo también tierra de hospitalidad. Hospitalidad festiva, porque sabemos bien que no hay alegría cristiana cuando se cierran puertas; no hay alegría cristiana cuando se les hace sentir a los demás que sobran o que entre nosotros no tienen lugar”.

“Estemos atentos a todas las situaciones de injusticia y a las nuevas formas de explotación que exponen a tantos hermanos a perder la alegría de la fiesta. Estemos atentos frente a la precarización del trabajo que destruye vidas y hogares. Estemos atentos a los que se aprovechan de la irregularidad de muchos inmigrantes porque no conocen el idioma o no tienen los papeles en ‘regla’. Estemos atentos a la falta de techo, tierra y trabajo de tantas familias”, remarcó.

El máximo líder de la iglesia católica también hizo un llamado a que “aprovechemos también a aprender y a dejarnos impregnar por los valores, la sabiduría y la fe que los inmigrantes traen consigo. Sin cerrarnos a esas ‘tinajas’ llenas de sabiduría e historia que traen quienes siguen arribando a estas tierras. No nos privemos de todo lo bueno que tienen para aportar”.

“Que María, bajo las distintas advocaciones de esta bendecida tierra del norte, siga susurrando al oído de su Hijo Jesús: ‘no tienen vino’, y en nosotros sigan haciéndose carne sus palabras: ‘hagan todo lo que Él les diga’”, puntualizó el papa.

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