Ramon Monroy/Photosport
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La decisión de la Conmebol de mantener la final de la Copa Libertadores en Chile encendió las alarmas al otro lado de la cordillera. Pese a que está en evaluación, la prensa argentina cuestionó que el choque entre Flamengo y River Plate se dispute en Santiago debido a las manifestaciones que se desarrollan a lo largo del país.

Por ejemplo, el diario La Nación indicó: “En lugar de aplacarse, el reclamo social escala. Y ayer, además, un terremoto de 6,1 grados sacudió seis regiones del centro y el sur de Chile, incluida la capital. Los planes distintos aparecen en el horizonte de la final”.

Por su parte, el medio Olé elaboró una encuesta a sus seguidores relacionada de si es posible o no jugar un partido de la envergadura de la final en medio del estallido social. De momento, 38.747 personas han votado y las preferencias muestra que el 76% de los votantes considera irresponsable jugar en Santiago, contra un el 26% que aprueba el duelo.

Parece injusto pedirle al pueblo chileno que entre tanto dolor por la crisis social que están viviendo, tengan que poner la cabeza en un partido de fútbol, pero hay decisiones urgentes para tomar. Los problemas siguen en Chile y se acerca la fecha de la final de la Copa Libertadores pautada en Santiago para el 23 de noviembre. ¿Qué hay que hacer? ¿Es lógico y posible que se juegue en tierras chilenas?”, explica el citado matutino.

Pero no solo los medios argentinos parecen oponerse a la realización del juego. El rotativo brasileño Globo Esporte escribió un artículo titulado “Mudanza a la vista”, donde indica: “Es posible que la final de Libertadores se reprograme para el 30 de noviembre, también un sábado, para el estadio General Pablo Rojas (ubicado en Asunción, Paraguay), apodado “La Nueva Olla“. Dentro de Conmebol, una fuerte corriente aboga por un cambio de lugar, pero no una fecha”.

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