Por ejemplo, los cereales subieron 2%, impulsados por el trigo y el arroz; mientras que los aceites vegetales avanzaron 1,7% por la fuerte demanda de aceite de palma y las preocupaciones sobre menos mano de obra en Malasia.
Ahora se empiezan a sumar otros bienes y servicios como consecuencia de los crecientes precios de la energía. Tal es el caso de los costos de producción de fertilizantes y el transporte en todo el mundo.
Según detalla Bloomberg, el comportamiento actual de los precios recuerda a los peaks observados durante las crisis alimentarias de 2008 y 2011. Y agrega que, tal y como advirtió la ONU, el repunte de la energía también podría causar que se destinen más cultivos para fabricación de biocombustibles.
‘Es esta combinación de cosas lo que empieza a ser muy preocupante’, dijo a la agencia de noticias Abdolreza Abbassian, economista senior de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, su sigla en inglés).
La crisis ya se ha visto reflejada en países como el Reino Unido, donde mayores costos de fletes y la escasez de trabajadores en las cadenas de suministro han dejado a los estantes de los supermercados con fallas importantes de productos.
Esto pone presión a los consumidores, que sienten el efecto en el bolsillo, pero también a los gobiernos que, con una pandemia aún en curso, deben buscar soluciones para mantener los costos bajo control.