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Con la creación de la Región de Ñuble la industria local sintió los primeros efectos. Luego llegó la pandemia y dificultades logísticas.

La producción de vino de la Región del Biobío pasa por un momento delicado. Así lo sostienen empresarios y gremios de la industria local.

Un escenario que dista bastante, dicen, en comparación a lo que ocurría hasta antes del 2018, fecha en que el Valle del Itata se separó del Biobío al constituirse la Región de Ñuble.
Así, una parte importante de la atención del mercado se quedó con la nueva entidad territorial y su industria vitivinícola, donde además la mayor parte de la tierra y empresas especializadas quedaron anexadas al entonces emergente territorio. Una suma de factores que siguen repercutiendo hasta hoy, con productores que continúan en la búsqueda para seguir adelante en un rubro que, aparte de generar espacios de empleos, también, se caracteriza por ser una tradición.

La separación del Itata

El reciente Informe de Producción de Vinos 2022, emitido por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), mostró que el Biobío quedó en el séptimo lugar, dentro del grupo de 11 regiones donde se desarrolla la actividad vitivinícola.

En rigor, el Biobío produjo 332 mil 301 litros de vino, elaborados con y sin denominación de origen.
Ñuble, en tanto, aparece en el quinto puesto, donde si bien hay solamente dos casillas de distancia la diferencia se nota justamente en la producción anual: 21 millones 513 mil 154 litros, anotó la ahora vecina región.

De acuerdo a los productores y dirigentes consultados, la presencia de la Región del Biobío en el mercado quedó bastante disminuida, en los últimos cuatro años. Esto a nivel operativo y de capacidades, y en total sintonía con la reducción del territorio donde se desarrolla la industria.
De hecho al revisar los registros históricos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrícolas (Odepa) se observa que en Chile habían 144 mil 618, 99 hectáreas de vides de vinificación, cepajes blancos y tintos. De estos 12 mil 277,68 correspondía al Biobío.

En 2018, cuando Ñuble dejó de ser provincia pasando a ser Región, este número cambió drásticamente. El reporte de Odepa de ese año muestra que 10 mil 014,13 hectáreas quedaron en la nueva Región. Solo 2 mil 523,69 se mantuvieron en el Biobío, con una distribución centralizada desde el valle hacia la precordillera.
“La separación con el Valle del Itata nos golpeó. El negocio del vino en Ñuble está empoderado”, dice José Luis Rozas, gerente y dueño de la conocida viña San Roke, de San Rosendo.

Ranking

Todo lo anterior también se nota en el número de propiedades. La concentración de viníferas hasta 2017 se da justamente en las comunas del Itata. Lista encabezada por Quillón (768), Ninhue (714), y Portezuelo (633).

En 2018 el ranking regional, con la nueva forma territorial, fue liderado por Florida con 175.  Danilo González es un antiguo productor de la Provincia de Biobío y por años ha sido integrante y dirigente de diferentes instituciones que agrupan al rubro.

Conoce bien el antes y el presente de la actividad. Tal como Rozas reitera que estos años han sido duros para la industria, sobre todo cuando se sumó la contingencia de la pandemia del Covid-19.
Hoy es vicepresidente de la Cooperativa Silvoagropecuaria Valles de Biobío, y es claro en decir que “el mercado se nos ha hecho lento. Hoy cuesta mucho vivir del vino”.
González muestra otro efecto de esta dilatada crisis. “No somos rentables para las cristalerías”.

Problemas de embotellado

A lo que hace referencia este viñatero es a la dificultad de embotellado y con ello una clara merma en la capacidad de venta. Es que de acuerdo a González los grandes proveedores de botellas no están respondiendo a sus llamados.

“Somos clientes muy chicos para ellos. No podemos competir ante los requerimientos de las grandes viñas del país, las que compran por centenares. Acá logramos comprar en grupos y así podemos pedir 5 o 10 palets, a lo mucho, para poder adquirir botellas. Es difícil”.

José Luis Rozas confirma y complementa lo advertido por su par. Este empresario de la precordillera del Biobío agrega que, además, el costo del palet sufrió un alza tras la pandemia.
“No alcanzo a comprar más de tres de estos. Cada uno está costando entre $470 mil a $600 mil. Antes los encontrabas a $370 mil cada uno”, detalló, sumando que “hace dos años que hay vinos que no podemos embotellar. Terminamos comprando botellas a intermediarios y preferimos asumir ciertos costos para no afectar a nuestros clientes”.

“El kilo de uva se está vendiendo a $110 o $120. Mientras que el costo para producir este kilo puede llegar a los $140, el algunos casos”, lamentó González.

Lista nacional

De acuerdo al SAG, en el reporte 2022 se observa que “la producción total de vinos a granel tuvo una baja de 7,4%”, en comparación año al anterior.
“De ellos, 1.035.486.208 litros corresponden a vinos con denominación de origen(…) ; 190.585.931 litros a vinos sin denominación de origen(…) ; y 18.297.842 litros a vinos provenientes de uvas de mesa, con una baja de 72,6% respecto de la cifra de 2021”, establece también el estudio que detalla también que las mayores producciones de vino en Chile se siguen localizando en las regiones del Maule, O’Higgins y Metropolitana, respectivamente, sumando el 92,2 % del total nacional.

Apoyos

A nivel local se han generado varias vías para apoyar al sector. Esto tanto desde el Estado como desde la academia.
La seremi de Agricultura del Biobío, Pamela Yáñez, dijo que “como Seremi llevamos adelante la Mesa Regional del Vino, instancia que tiene como objetivo realizar un acercamiento y definir los puntos principales de un plan de trabajo en conjunto con representantes del sector vitivinícola, profesionales del sector público y pequeños productores viñateros del Biobío, donde se abordan temas como el enoturismo, la comercialización, como también la producción de uva y vino a nivel regional”.
Desde el área de la innovación, un grupo de investigadores de la Universidad de Concepción desarrolló en los últimos años un desinfectante para alimentos no tóxico para el consumo humano: “Dacetix”, el que se inició en los laboratorios del Centro de Biotecnología de la UdeC y que incluso pasó por una etapa experimental en viñas. La idea era poder potenciar las cosechas a través del control de hongos.

“Dacetix puede eliminar hasta el 99,9% de las bacterias de alimentos y superficies”, explicó Luis Aguilar, gerente general de BM iTek, empresa que se constituyó tras la investigación.

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