Captura CHV
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En el pasado capítulo de “La Divina Comida“, Anita Alvarado habló de la difícil etapa que vivió en Japón, donde ejerció la prostitución.

La “Geisha Chilena” se encontró en compañía de Karin Yanine, Roberto Vander y Arturo Longton, quienes escucharon atentamente su relato.

“Yo tuve a la Angie y dije ‘no le voy a dar cachitos ni a mi mamá ni a mi papá’. Yo con los pechos así, inflados, trabajé en frigoríficos, en mueblería, decoradora de porcelana, en Patronato. Y conseguí puertas adentro con unos árabes, empecé a trabajar ahí”, partió relatando Alvarado.

Luego detalló que ganaba realmente muy poco dinero con su trabajo y Angie, su hija, comenzó con problemas de salud graves, por los que debió llevarla al hospital en reiteradas oportunidades.

“Yo me acuerdo de ver a mi hija llena de agujas aquí (se toca la cabeza), y me dio tanta pena. Yo llevaba 500 pesos, y agarro a la enfermera, que salió, y le digo ‘por favor, hazle cariño’, porque lloraba y yo la veía detrás del vidrio. Y dije ‘nunca más. Ningún hijo mío se va a enfermar por falta de dinero ni va a pasar por cosas por falta de dinero“, narró explicando que esto la motivó a cambiar.

Ahí me puse perra. Ahí nació otra Anita. Y tomé la decisión de irme para Japón. Volví al lugar donde decoraba porcelana, pero no había cupo. Entonces, al lado había una mueblería. Y las niñas que trabajaban abajo, en una vidriería, me invitaron, y yo ‘qué lindas’, y eran más putas. Eran como ‘vean a esta niña’ y venían los clientes, y no tenía idea“, sentenció.

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