Cedida / Canal 13
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La noche de este jueves, Leo Caprile abrió las puertas de su casa en Curacaví para recibir a Martín Cárcamo, y tener una conversación “De tú a tú”.

En su casa ha plantado diferentes frutas. En septiembre serán 23 años que vive en esa casa, la que compró antes de que nacieran sus hijos. Ahí también hacía eventos pero con la pandemia, tuvo que dejarlos. Leo lleva a Martín al quincho, que es su rincón favorito de la casa.

“Bandidos” es la oficina de Leo, donde se junta con sus amigos y familia. Este bar nació para ver el Mundial de Brasil. A las 7 de la mañana está sentado en la barra, en donde toma desayuno y trabaja.

Leo confiesa que le gusta tomar cerveza, pero a Martín le prepara un trago que se llama “Príncipe de Cárcamo”.

El animador y conductor nació en Valparaíso y su infancia la pasó en Limache. Su papá era locutor de radio Minería y no lo veía tanto porque a las 5 de la mañana salía a trabajar para estar a las 6 am al aire en la radio. Llegaba a las 9 de la noche a la casa. Todo esto con 4 hijos. “Mi infancia fue de carretón, chancha con rodamiento. Fue de encumbrar volantín cambucha, de jugar al trompo”. Afirma que le iba pésimo en el colegio. “Odio el colegio. Era una lata”, expresa Leo.

Su mamá era 10 años mayor que su papá, en la década de los 50. Se separaron cuando Leo tenía 15 años, porque su papá se involucró en otra relación. Leo se quedó con su mamá. “El viejo nunca nos dejó solos. Estuvo siempre presente, a su manera (…) Él tenía otros intereses y mi mamá tenía otros. Creo que la diferencia de edad también los afectó. Cayó de cajón. Fue una separación muy en buena, muy decente”. Su padre aún sigue con la persona por la que dejó a la madre de Leo, se casaron y todos se llevan muy bien.

Volviendo al tema del colegio, Leo asegura que “aprendí más en la vida que en el colegio. Yo fui víctima de esa educación castigadora. Estuve en los Hermanos Maristas y me pegaban. Era parte de la educación. Estabas formado, pasaba el cura, te moviste y ¡paf! Un coletazo en la oreja. Toda la mañana con la oreja roja. Pegaban varillazos, castigo físico”. Y agrega: “la educación no está en el colegio necesariamente. En el colegio hay instrucción, hay capacitación pero la educación viene de la casa. Tuve la suerte de tener papás cultos, tíos cultos, parientes muy preocupados”.

Con el hermano con quien más se lleva es Ernesto, que es quien le sigue en edad. Vivieron en la misma pieza cuando eran jóvenes y compartían mucho juntos. Ernesto envía un video hablando acerca de la relación con Leo. “Él llevaba la contra en todo”. Revela también que tuvieron una fuerte pelea cuando eran adolescentes y después de un tiempo, se encontraron, se abrazaron, lloraron mucho y se perdonaron. Desde ahí, su relación cambió y se volvieron inseparables. Para Leo, su hermano es una extensión de él mismo.

Su carrera en televisión

Leo es diseñador gráfico. Pero un compañero que rayaba con la locución, los inscribió en un curso, en donde lo hace muy bien. Fueron a la radio e inventó un programa, el que aceptaron e incluso le ofrecieron un contrato a él como locutor en Radio Agricultura. Trabajó en eventos, en pubs.

Eduardo Gandulfo, creador de “Show de goles”, lo llama para hacer un programa en la televisión parecido a lo que hacía en la radio, eso fue “Telemanía”. A los dos meses, lo llama Mario Kreutzberger  para estar en “Sábado Gigante”, pero él le corta dos veces pensando que era una broma de sus amigos. A la tercera vez, lo llama Enrique González y le dice que la llamada de Don Francisco es real. Y se juntan y le ofrecen el triple. Leo renunció a todo, pero Don Francisco no lo llamó de regreso hasta un tiempo después. Lo invitó a su casa en Santiago y lo hizo arbitrar un partido de tenis. Luego vio a Don Francisco desnudo, causando la risa de Martín. Tomaron desayuno con 20 personas más, ya que estaban preparando la nueva temporada de “Sábado Gigante”. Así entró a la tele.

Martín saca un cassette de Leo Caprile. El animador grabó un disco con canciones de compositores chilenos. Entre sus hits está “El modesto”. Martín le muestra el video de él cantando en “Sábado Gigante” en 1990.

También estuvo en “Tincazoo”. En esa época se separó de Don Francisco. “Creo que tomé la decisión en el momento oportuno, porque no podía crecer al alero de otro”. En ese programa trabajaba solo dos horas a la semana los domingos.

CHV lo llama para que haga una prueba para “¿Cuánto vale el show?”. “Llego a la prueba y me lo sabía de memoria”, por lo que quedó. “No lo podía creer, renunciando a lo otro. Una semana antes de grabar, nos juntamos Marcela (Osorio), Enrique (Lafourcade) e Ítalo (Passalacqua), y nos caímos bien. Ese programa me dio otra perspectiva, me abrió otro camino porque encontré una veta que era entre chacota, cultura, folclore”. Al programa le fue bien y se convirtió en uno de culto.

Stefan Kramer le manda un saludo a Leo y le agradece lo vivido en el programa, e imita a ambos animadores.

Su presente
“Empecé a bajar la carga porque quería parar. Estaba un poco cansado, trabajé 16 años en la misma compañía de radio y decidí para la radio, y me dediqué a la tele, pero también me saturó un poco. Y decidí independizarme, no dejarla. Asistir a programas o a proyectos que me gustaran (…) Nuestra televisión tiene una mirada muy crítica hacia los estratos más pobres y ahí metemos el dedo en la llaga y somos choros, somos valientes, ahí denunciamos, mostramos sus faltas, sus carencias, pero no nos fijamos en lo que hacemos los que estamos al otro lado. Y estamos repitiendo todo. Todos están haciendo lo mismo, todos a la misma hora”. Prosigue: “La tele es educar, entretener e informar”.

Asegura que tras la pandemia quedó en cero y supo capitalizar algunas cosas. Pero se pregunta “¿qué pasa con los que no? ¿los actores, los músicos? ¿Quién los protege?”.

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