RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO
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En el seminario realizado en la Universidad Católica de Chile, para la formación de canonistas de curias diocesanas de Chile, el enviado papal Charles Scicluna expresó que la acogida de las víctimas denunciantes de abusos debe ser un principio rector en los procesos eclesiásticos.

En la exposición citó al papa Benedicto XVI, quien expresó a los obispos de Irlanda que los casos de abuso sexual de menores “son aún más trágicos cuando a cometerlos es un eclesiástico. Las heridas causadas por semejantes actos son profundas, y es una tarea urgente restablecer la confianza cuando ésta ha sido dañada”.

Añadió otra cita del ahora papa emérito, en la cual expresó que “es importante establecer la verdad de lo sucedido en el pasado, tomar todas las medidas necesarias para evitar que se repita en el futuro, asegurar que los principios de justicia sean plenamente respetados y, sobre todo, sanar a las víctimas y a todos los afectados por estos crímenes atroces”.

Scicluna reiteró conceptos de otras presentaciones en las que recalcó “la necesidad de analizar los hechos con espíritu imparcial en todos los casos. Ésta es la labor que se atribuye al delegado en una investigación previa y ha de constituir la base de toda sentencia, de toda decisión, en todos los casos”.

También dijo que “para ayudar a establecer y admitir la verdad de lo realmente ocurrido en un caso concreto, el Derecho Canónico ha desarrollado normas específicas para investigar el delito, para oír a la víctima y a los testigos, para la confrontación con el acusado, garantizando al menos un mínimo de lo que en jerga jurídica se conoce como “contradictorium” (cada parte tiene la posibilidad de defender sus argumentos y responder ante los de la parte contraria)”.

“La negación deliberada de hechos conocidos y la preocupación fuera de lugar por dar absoluta prioridad al buen nombre de la institución en detrimento de la legítima revelación de un delito”, agregó.

“Reconocer y admitir la verdad completa, con todas sus dolorosas repercusiones y consecuencias, es el punto de partida para una curación auténtica, tanto de la víctima como del autor de los abusos (…) Estos hermanos y hermanas merecen especialmente nuestra atención y asistencia”, concluyó.

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