ALEXIS CHAVEZ/AGENCIAUNO
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Desde 2005 a julio de este año, Gendarmería registró un total de 405 fugas: 162 externas, es decir desde otros espacios, como hospitales o tribunales de justicia; y 243 internas, o sea desde el mismo penal informa Emol esta mañana.

A las 5:06 del viernes 6 de julio de este año, dos imputados por delitos contra la propiedad pusieron en marcha su plan: escapar del penal de Colina II.

Ante la única presencia de cámaras de vigilancia, se arrastraron a través de una malla en la línea de prefuego, que previamente había sido cortada, para luego cruzar por debajo del cerco eléctrico y saltar el muro de circunvalación en el puesto de servicio N°09 y N°10 del recinto.

En 47 minutos habían recuperado su libertad. En la cárcel no se percataron de la fuga hasta horas más tarde, cuando iniciaron el conteo de la población penal y llegaron al módulo 13.

Fernando Castillo y Franco Álvarez fueron encontrados nueve días después cerca del sector del peaje de Humberstone en la comuna de Alto Hospicio. Los jóvenes, de 26 años cada uno, iban a bordo de un bus con dirección a Bolivia.

Sus casos no son únicos. De hecho, según cifras enviadas por Gendarmería a Emol vía Transparencia, en promedio, cada mes se escapan dos internos del control de los uniformados. Ya sean estos condenados o indagados en prisión preventiva.

De acuerdo a fuentes penitenciarias, el reglamento interno establece que al menos dos gendarmes deben acompañar a cada interno en una salida exterior.

Sin embargo, podrían sumarse más funcionarios dependiendo incluso de la peligrosidad del reo. Desde sogas de sábanas a sacos de papas y tomates Los métodos que han utilizado los internos para escapar de un lugar custodiado por Gendarmería varían a tal punto de rozar la ficción.

Y si bien las estrategias están bastante alejadas de aquella llevado a cabo en diciembre de 1996 en la operación conocida como “Vuelo de Justicia”, donde cuatro miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fueron rescatados por un helicóptero desde el patio de la Cárcel de Alta Seguridad (CAS), no por eso resultan menos efectivas.

En 2012, un reo logró escapar del Hospital de Valparaíso, luego de ingresar por una herida con arma blanca en el tórax. Mientras estaba hospitalizado en el cuarto piso del lugar, al menos dos personas golpearon y esposaron a los gendarmes, dejándolos encerrados en la sala.

Al año siguiente, una mujer conocida como la “Angelina Jolie chilena”, se fugó desde la cárcel de San Miguel escalando una pandereta con una cuerda hecha con sábanas, y cayendo en una casa contigua.

Frente a esta, la esperaba un vehículo con cuatro personas. A los meses, en 2017, un hombre de 25 años agredió con un cuchillo a un uniformado en el Juzgado de Garantía de San Bernardo tras pedirle permiso para ir al baño. Le quitó su arma y luego fue hasta la sala de audiencia donde amenazó al juez, utilizándolo como escudo humano para escapar del edificio.

En otros casos, los reos han huido al interior de un sillón confeccionado en el taller de carpintería, o incluso escondidos entre sacos de papas y tomates. En la solicitud de Transparencia, Emol consultó a Gendarmería sobre cuántos de estos sujetos se mantienen prófugos.

Desde la institución declinaron entregar la información señalando que “los privados de libertad cuando reingresan a algún recinto penal, no necesariamente lo hacen en calidad de recapturados, ya que pueden ingresar por una nueva orden del tribunal y por la comisión de un nuevo delito.

Este nuevo ingreso se puede dar en la misma unidad penal desde donde se fugó el interno, o en cualquiera otra del país”. Sanciones En qué situación quedan las personas que evaden el control de Gendarmería ha generado debate.

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