HANS SCOTT / AGENCIAUNO
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El medio ambiente ha sufrido daños durante siglos, y aunque el mundo se está levantando ante la problemática, no será suficiente con la generación actual, es por eso que la educación ambiental debe aplicarse también a las nuevas generaciones, quienes serán los protagonistas de los cambios que empezaron, para entonces, años atrás.

La educación ambiental buscar formar a los habitantes de una ciudad, o cualquier territorio de cualquier nación, mediante la entrega de información del acontecer mundial en este ámbito para crear conciencia y tomar acciones al respecto. En general, la idea es transformar la vida de cada individuo para lograr una masa colectiva de vidas sustentables y, como consecuencia, amables con el planeta.

Muchas de las campañas sustentables que se desarrollan a nivel mundial traen consigo educación ambiental, iniciativas de personas como nosotros son parte de ese ejemplo que necesitamos para tomar parte de lo que nos concierne: combatir el cambio climático y la contaminación a través de pequeñas acciones.

Desde niños que fundan organizaciones sin fines de lucro hasta personas que mientras corren en su rutina deportiva diaria recogen la basura que está en el piso hasta acumularla y depositarla en puntos limpios, existen infinidades de maneras de participar. Un gran ejemplo de esto es Connor, fundador de Microactivist, una organización estadounidense que se dedica a realizar limpiezas de playas, y enseñar a los niños la importancia de estos ecosistemas. Han logrado reclutar más de 4000 niños a su causa, formándolos para convertirse en los futuros guerreros que lucharán por los océanos.

Megan Herbert, escritora e ilustradora de origen australiano, y Michael E. Mann, científico del clima estadounidense, también se han dedicado a esta causa, decidieron juntar fuerzas para crear un libro en donde el personaje principal es un niño iluminado que educará e inspirará a los niños, de la generación que está actualmente en crecimiento, sobre el cuidado ambiental. “El berrinche que salvó al mundo” (The Tantrum That Saved The World), es su nombre, con la idea de transmitir que los niños están en todo su derecho de protestar por lo que hicieron los adultos de su próximo hogar. El propósito es guiar a los niños en cuanto a la canalización de los sentimientos hacia los cambios importantes.

Y Chile no se queda atrás, entre numerosos proyectos ambientales, cuenta con una Feria de Educación Ambiental para la Sustentabilidad cuya meta es “generar conciencia, fomentar la creatividad y desarrollar la innovación en el mundo de la educación”, según el MMA, en donde se exhiben “iniciativas sustentables de un centenar de estudiantes de las más diversas comunas de la región, además de experiencias municipales, de fundaciones, ONG’s, y empresas vinculadas al reciclaje, promoviendo el intercambio de conocimientos y prácticas entre los expositores.

Por su parte, la instauración de techos fotovoltaicos en institutos educacionales tal vez sea uno de los mejores ejemplos de proyectos que repercuten directamente en la educación ambiental, siendo el Liceo Antoine de Saint Exupéry de la Alianza Francesa una de las instalaciones más grandes en este contexto a nivel nacional. Cuenta con “600 módulos solares de 200 kilowatts” y “producirá más del 40% del consumo eléctrico del colegio, evitando la emisión de 290 toneladas de CO2 por año”, según un artículo de Ahora Noticias.

TRITEC-Intervento es una empresa que se dedica a la instalación de paneles solares en grandes espacios, y de sus proyectos más destacados resalta la instauración de estos dispositivos en colegios. Alejandra Cervantes, Proyect Manager de la empresa, comenta: “hemos participado activamente en la instalación de paneles fotovoltaicos en diferentes puntos del país y hay cerca de una decena de establecimientos educacionales que cuentan hoy con sistemas solares fotovoltaicos, logrando una gran eficiencia en ellos”.

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