El consumo del cigarro ilegal en el país aumentó en torno al 50% en casi cuatro años, así lo reveló una encuesta que aplicó MIDE UC sobre el tabaco y su comercialización ilegal en el país.
De acuerdo a la medición, desde el 2019 al 2023 el consumo de cigarrillos ilícitos aumentó de 21% a un 49%.
“Realmente la mitad del mercado hoy día es ilícito, en algunas ciudades como Arica todo el mercado es ilícito”, comentó Flavio Cortés, sociólogo e investigador de MIDE UC en diálogo con “La Mañana de Agricultura”.
“Arica, Iquique, Calama, son zonas de alto consumo de cigarros contrabandeados desde la frontera norte, porque ese cigarrillo viene de Paraguay”, agregó.
Respecto a Santiago, la encuesta mostró que “el volumen de cigarrillos ilícitos comercializados” experimentó un aumento, llegando al 49,9%. Esto se debe, de acuerdo a Cortés, que este producto se vende en lugares donde no hay control, como en las ferias.
“Un estudio de MIDE UC indica que más del 70% las ferias libres tienen venta de cigarrillo contrabandeado, porque tienen el fenómeno de los puestos informales -“los coleros”- ahí se venden todo tipo de productos contrabandeados”, dijo el experto.
Para el investigador, “esto es un tráfico super establecido, porque le preguntamos a las personas cuál es la dificultad de encontrar cigarrillos contrabandeados, nos dicen que ninguna. El 80% de las personas nos indican que pueden encontrar cigarrillos cuando quieran, los encuentran siempre o muy frecuentemente”.
Valor del cigarro ilegal
Cortés al ser consultado sobre por qué las personas prefieren el tabaco ilícito, respondió que puede ser un factor clave el valor que estos tienen.
“El cigarrillo legal tiene un fuerte impuesto que evidentemente sube el precio”, indicó, agregando que en la encuesta la gente reportó que está en torno a los $4.000. “El promedio de cigarrillos contrabandeados es $1.400”, apuntó.
“En definitiva, el precio es un factor, pero no es el único”, sostuvo.
“Incluso en los sectores medios altos también se fuma cigarrillos contrabandeados. También hay un problema de que cuando la conducta de trasgresión se hace un hábito, entonces hay un efecto de contagio“, manifestó.
