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Además de la Universidad de Washington, la Universidad de Harvard y la Universidad Jhon Hopkins también se han dedicado a estudiar las posibles repercusiones psicológicas de la contaminación atmosférica y acústica.

Si bien no existen datos confirmados, la ciencia se está adentrando en esta posibilidad que no está muy lejos de la realidad, tomando en cuenta que los alimentos influyen de manera importante en el estado de ánimo, así como el ruido concentrado en las ciudades por alta circulación de vehículos motorizados que puede producir ansiedad y estrés.

El estudio de las dos últimas universidades anteriormente mencionadas dio como resultado la sospecha de que la contaminación sonora y el smog pueden ser los principales influyentes a nivel psicológico, y se plantean dos teorías: una indirecta, relacionada con el smog, que propone que personas que hayan contraído previamente enfermedades pulmonares o cardíacas pueden sufrir un condicionamiento mental, no pudiendo evitar la preocupación.

Y en cuanto a la contaminación sonora, la teoría directa propone que los ruidos agresivos ponen en estado de alerta y tienen un efecto en el sistema nervioso y el cerebro.

El estudio de la Universidad de Washington aclara que este tipo de afección mental también depende de la ubicación geográfica, tomando el cuenta el desarrollo social y calidad de vida en ese sector: acceso a alimentos saludables, espacios naturales, seguridad. Se realizó una encuesta a 6000 personas, entre las cuales figuraban participantes que vivían cerca de plantas de carbón y gas que liberan elementos tóxicos, y estas últimas representan un aumento del 17% de padecimiento de tristeza, angustia y nerviosismo.

Otro de los resultados tiene que ver con la diferencia entre personas con distintos color de piel: las personas negras son más propensas, un 34% más, a padecer trastornos psicológicos por la contaminación del aire que las personas blancas. Personas latinoamericanas son un 55% menos propensos a este padecimiento.

Esta situación es una especie de círculo vicioso que empeora las condiciones de un determinado territorio, la OMS considera que “la restauración de la salud mental no sólo es esencial para el bienestar individual, sino que también es necesaria para el crecimiento económico y la reducción de pobreza en sociedades y países”.

La salud mental se ha visto perjudicada por numerosas razones a lo largo de la existencia, y la contaminación en líneas generales general podría ser otro factor, lo que la convertiría en una razón más para la mutación a un estilo de vida sostenible a nivel territorial.

Parte de una ciudad que va en camino a la sostenibilidad debe tomar en cuenta también estos datos de la OMS sobre la salud mental que deben ser atacados con urgencia:

  • “Aproximadamente el 20% de los niños y adolescentes del mundo tienen trastornos mentales: las regiones del mundo con los porcentajes más altos de la población menor de 19 años son las que disponen de menos recursos de salud mental. La mayoría de los países con ingresos bajos y medios cuentan con un solo psiquiatra infantil por cada millón a cuatro millones de personas.
  • Los trastornos mentales y los trastornos ligados al consumo de sustancias son la causa de cerca del 23% de los años perdidos por discapacidad.
  •  Cada año se suicidan más de 800.000 personas: el 75% de los suicidios tienen lugar en países de ingresos bajos y medios.
  • La guerra y las catástrofes tienen efectos importantes en la salud mental y el bienestar psicosocial.
  • Los trastornos mentales aumentan el riesgo de contraer otras enfermedades como la infección por VIH, las enfermedades cardiovasculares o la diabetes, y viceversa.
  • La estigmatización y la discriminación de que son víctimas los enfermos y sus familiares disuaden a los pacientes de recurrir a los servicios de salud mental.
  • Pocos países cuentan con un marco legal que proteja debidamente los derechos de las personas con trastornos mentales.
  • Los países de ingresos bajos cuentan con 0,05 psiquiatras y 0,42 enfermeras psiquiátricas por cada 100 000 habitantes, mientras que en los países de ingresos altos la tasa de los psiquiatras es 170 veces mayor y la de las enfermeras es 70 veces mayor.
  • Para que aumente la disponibilidad de servicios de salud mental, hay que superar cinco obstáculos clave: la no inclusión de la atención de salud mental en los programas de salud pública; la actual organización de los servicios de salud mental; la falta de integración de la salud mental en la atención primaria; la escasez de recursos humanos para la atención de salud mental; y la falta de iniciativa en el terreno de la salud mental pública”.

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