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La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró el 22 de noviembre como el Día Internacional de la Música, jornada que es disfrutada por los amantes de este arte ya que en diferentes espacios a nivel mundial se generan actividades, presentaciones y conciertos. 

Para la Iglesia Católica esta conmemoración cobra relevancia por la figura de Santa Cecilia, mártir patrona de los músicos, quienes son homenajeados durante la jornada.

Dentro de las posibilidades que ofrece el mundo musical, el canto específicamente, puede ayudar a reducir el estrés y algunos síntomas de  la ansiedad y la depresión. “Cantar te conecta con el hemisferio derecho del cerebro. Eso significa conectarse con la intuición, imaginación y creatividad.  Estudios recientes relacionan específicamente el canto con la mejora de la salud mental, sentido de pertenencia y fortalece la autoestima“, indica la psicóloga francesa Erika Elsner.

Según la especialista, este arte puede ser una herramienta de autoconocimiento y empoderamiento: “Cantar también te ayuda a ver el mundo del otro. Al escuchar música y cantar se activan las áreas del cerebro que se encargan de la imitación y la empatía, donde están las neuronas-espejos”.

La psicóloga asegura que con la música podemos entender mejor  el dolor de otros, su alegría, su tristeza El canto, específicamente, es una potente herramienta cuando se busca una alternativa a la terapia convencional como herramienta complementaria. “Las dos actividades pueden ayudarte en tu auto conocimiento y a develar tu potencial innato, cada uno con su metodología y herramientas distintas y complementarias (…) Uno aprende a aumentar su conciencia corporal y aguzar tus sentidos, herramientas necesarias para el proceso terapéutico de la ansiedad y las crisis de pánico, entre otros”, agregó.

Ahora, ¿cómo afecta la relación con otros? La neurociencia ha comprobado los beneficios de cantar con otras personas, en un coro, en familia, con tu pareja o amigos, o en una clase con un profesor(a).  El proyecto de la organización With One Voice pone a la diversidad de personas a cantar juntos, lo cual “permite aumentar el apoyo comunitario, conexión y oportunidades”, explica Tania de Jong, cantante y fundadora de Creative Australia.

Finalmente, la psicóloga Erika Elsner dejó dos ejercicios para practicar desde las casas.

1 – ¿No te gusta cantar? ¿Te sientes incómoda/o con tu voz? Empieza con tan solo tararear, es un excelente ejercicio de sintonía y una vibración de tipo grave es parte de mantras de relajación y meditación, no por casualidad.

2 – ¿Te gusta cantar? Observa qué te gusta cantar, cuáles tonos y matices están dentro de tu zona de confort y cuáles no. ¿Qué tipo de canción te hace expandir tu universo emocional? ¿Siempre te ha gustado el rock? Pues prueba cantar una canción pop o un ranchero y observa cómo te sientes (¿cursi, tonto, fuera de lugar?). Ese ejercicio debería hacerte más empático con las emociones que sientes, identificar cuándo las sientes y qué función tiene ese sentir.

“Te equivocas, empiezas de nuevo, te ríes, escoges otras canciones y sigues. ¿No es así la vida?” puntualizó Erika.

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