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Erika Fuentealba vivió en un hogar del sename en Temuco durante su niñez y adolescencia luego de ser trasladada junto a sus dos hermanos menores a un centro debido al cáncer terminal de su madre.

Durante su estadía fue víctima y testigo de abusos físicos, psicológicos y sexuales por parte de funcionarios del centro. Además, contó desgarradoras historias de muerte de compañeras, debido a negligencias, que fueron encubiertas por los “tíos”.

“Me separaron de mis hermanos, a mi hermana menor le inyectaban tranquilizantes para que no se hiciera pipí. Luego, la directora del centro la separó de mí, se la llevó a un centro afuera de Temuco que manejaba Carabineros y ahí le pegaban. Yo lloraba todos los días para que la trajeran de vuelta. Ella tenía 5 años y yo 7“.

“Cuando le contábamos a la directora del centro sobre los abusos ella nos decía que mentíamos, porque ella y su marido, el administrador, eran los que nos maltrataban. La mayoría de la gente del staff eran sus familiares“.

“A veces el Sename iba a supervisar y nosotras les contábamos todo lo que pasaba. Nunca dijeron nada, todas las fichas médicas de las niñas desaparecieron“.

“Una de las niñas murió intoxicada por veneno de ratón, pensábamos que eran dulces y todas comíamos, en su ficha dice que murió de bronquitis, pero ella murió envenenada. Otra de las niñas que comió quedó parapléjica, sólo se dieron cuenta cuando Sofía murió”.

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