La inminente dictadura de la criminalidad.
Agencia Uno.

Hace unas semanas, el Presidente Gabriel Boric afirmó que Chile “no es Ecuador”, en respuesta a las comparaciones entre la situación de seguridad de ambas naciones. Por otro lado, Monsalve y Vallejo también intervinieron, enfocando su discurso en contrarrestar la mala reputación que está adquiriendo Chile, a pesar de que esta mala fama se basa en preocupaciones reales sobre la seguridad en nuestro país.

Según una reciente encuesta de IPSOS, Chile lidera en Latinoamérica en cuanto a la preocupación por el control de la crisis migratoria, con un 37%. Además, se destaca como el país que siente mayor inquietud respecto al crimen y la violencia con un 64%, y el 73% de la población cree que el país está tomando un rumbo equivocado.

Estos datos reflejan una realidad palpable para los chilenos, marcada por ataques e intimidaciones que han propagado el miedo de manera generalizada. Reforzando esta percepción, el Índice de Paz Ciudadana de 2023 indica que la proporción de ciudadanos con “alto temor” a la delincuencia ha ascendido a un 30,5%.

En los últimos años, Chile ha experimentado un notable aumento en el crimen organizado, evidenciado principalmente por el incremento de la tasa de homicidios. Según el Primer Informe Nacional de Homicidios Consumados de la Subsecretaría de Prevención del Delito, en 2022 se registró una tasa de 6,7 de homicidios consumados en nuestro país, siendo este índice de 4,5 en 2018. Esto se traduce en un salto de 845 víctimas en 2018 a 1.322 en 2022. Adicionalmente, un estudio de Libertad y Desarrollo los delitos violentos aumentaron en 2023 en un 5,5%.

Desde hace años se han señalado las consecuencias de una postura laxa en las políticas de seguridad nacional e inmigración, pero las autoridades no han implementado medidas efectivas para abordar las irregularidades migratorias en Chile. Cuando Gabriel Boric era diputado, publicó en X -anteriormente Twitter- que “el problema de Chile es que hay demasiados chilenos”, sugiriendo así una postura de apertura total.

Ahora en el Gobierno, Boric y su administración enfrentan un constante conflicto entre sus ideales y la realidad, tardando en reconocer que las políticas basadas meramente en eslóganes pueden tener serias repercusiones en la vida cotidiana. Actualmente, su Gobierno respalda la idea de una zanja fronteriza, una propuesta que antes criticaron. Sin embargo, estas acciones son insuficientes. En el constante cambio de posturas se desperdicia tiempo y recursos esenciales, lo que demora la atención a un problema de extrema gravedad.

Es imperativo abordar de manera urgente la situación de seguridad nacional en Chile. El miedo percibido por la ciudadanía es reflejo de la grave crisis que enfrentamos. A pesar de esto, la respuesta de la clase política no parece estar a la altura de las circunstancias. Continúan preocupados en avanzar como sea en su agenda política y cuando se les emplaza se lo atribuyen a que la pasada administración “dejó patas pa´ arriba al país” en materia de seguridad.

La insistente irresponsabilidad de quienes gobiernan se ha vuelto insostenible, los índices ya no pueden ser más claros para exigir soluciones inmediatas a una situación que puede permitir la inminente dictadura de la criminalidad.

Por Antonia Russi, investigadora de la Fundación Para el Progreso (FPP).

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