Christian Iglesias/Photosport
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La caída en el clásico con la U fue un golpe duro para Universidad Católica, un trallazo que la dejó grogui y con la piel amoratada. Diego Buonnanote se quedó ensimismado luego del pitazo final en Estadio Nacional. Luego se acercó a paso lento hacia la barra cruzada haciendo con sus manos una señal de disculpa. Sus compañeros dejaron la cancha con cabeza gacha, con Beñat San José tras ellos intentando levantarles el ánimo. Los de la franja sabían que llegaban como favoritos y que una victoria allanaba el camino hacia el título, pero nada pudieron hacer ante el orden de la escuadra azul.

“Los muchachos estaban golpeados, fue una derrota dura y así lo sienten”, le contó un cercano al plantel a El Mercurio Online.

Salvo Matías Dituro, ningún futbolista se detuvo a conversar con los periodistas en zona mixta. Ya arriba del bus, cada uno se refugió en sus celulares y en su música. Sin embargo, a toda esa tristeza la acompaña una sensación de cierta tranquilidad. Tal como dijo José Pedro Fuenzalida en diálogo con el Canal del Fútbol inmediatamente después del partido, siguen dependiendo de ellos mismos para lograr el objetivo.

“Fue un golpe duro este ante la U, pero los jugadores saben que está todo en sus manos. Así lo asumen y eso les da algo de calma para comenzar a pensar en lo que viene”, añadieron desde el club al mismo diario.

La próxima fecha, la UC tendrá otra prueba brava. El elenco cruzado viajará hasta el norte para medirse ante Antofagasta, un elenco encumbrado en lo alto de la tabla de posiciones, que ya aseguró su participación en una competencia internacional el 2019 y que aún tiene opciones matemáticas de campeonar. Para los dirigidos por San José, el margen de error se acabó.

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