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Según el Instituto Nacional de Deportes, de las 25 mil 118 organizaciones deportivas que existen en el país, solo 92 han cumplido con la implementación de un protocolo para prevenir abusos sexuales en la actividad deportiva, para dar cumplimiento con lo que exige la Ley 21.197 que empieza a regir el 21 de marzo próximo. La cifra representa apenas el 0,3% del total nacional, y el incumplimiento de la norma implica para la institución no poder optar a beneficios contemplados en la Ley del Deporte.

Para la experta en prevención de abusos sexuales y directora ejecutiva de Praesidium Chile, Ximena Schencke, este pobre cumplimiento es el reflejo de la falta de conciencia y conocimiento que aún existe sobre este tema: “Lamentablemente, este desconocimiento influye en que en las instituciones no se considere como un tema importante, y, por lo tanto, no está dentro de sus prioridades, incluso con los castigos que puedan tener. Algunas ni siquiera saben cuándo empieza a regir la ley. Como país, nos falta entender lo que significa el abuso, crear una cultura de seguridad en torno a este tema”, sostiene.

Según Schencke, una ley que obligue a tener un protocolo de prevención es un gran primer paso, “porque la buena noticia es que el abuso sexual sí puede prevenirse y las organizaciones pueden aprender a hacerlo, y así marcar un hito en la historia del deporte nacional, promoviendo un deporte seguro para todos”.  

La especialista agrega que a pesar de que al protocolo elaborado por el Ministerio del Deporte es bastante estricto en aspectos como establecer restricciones que tienen que ver con los espacios físicos o los recintos donde se desarrolla la actividad deportiva; exigencias para la contratación, nombramiento de un Responsable Institucional, etc., carece de otros aspectos fundamentales.

“Falta determinar el abuso entre pares, porque hasta ahora solo se plantea con adultos. El texto tampoco tiene límites claros respecto a conductas físicas y verbales que están o no permitidas, y eso complica el análisis del tipo de relación”, dice.

“También llama la atención que los casos se mantengan confidenciales, porque si hay algo que es fundamental para romper con el abuso, es ser transparente con la información. De otra manera se dan casos en que la persona va de trabajo en trabajo, manteniendo la misma dinámica de abuso, sin que sus empleadores lo sepan. De hecho, una de las actualizaciones que se le hizo al protocolo que rige en Estados Unidos, el USA Safe Sport, en agosto del año pasado, es que se genere una lista pública de entrenadores, dirigentes, kinesiólogos, etc., que hayan sido encontrados culpables de abuso, para que un futuro empleador pueda acceder a este registro y saber a quién está dejando entrar a su organización.”, enfatiza.

La experta explica que el “mundo” de los deportistas tiene características especiales que entregan oportunidades únicas para los abusadores, y por ello la urgencia de que se cumpla cuanto antes con esta norma. “Los deportistas están enfocados en alcanzar metas desafiantes, por lo que sus vidas giran en torno a esta actividad y están dispuestos a grandes sacrificios para lograr sus metas. Por lo general, su mentor ejerce una gran influencia sobre ellos o ellas, del cual llegan a depender emocionalmente. Tienden a normalizar conductas que tal vez en otros contextos podrían no ser calificadas como normales. Su círculo de amigos se limita a aquellos relacionados con el deporte y socializan poco con otros grupos”, asegura.

Finalmente, Schencke sostiene que comenzar un proceso como este es iniciar un cambio cultural que está muy arraigado en los clubes y asociaciones deportivas: “Los directores de estas organizaciones en muchos casos no le dan la dimensión real a lo que puede significar un abuso sexual, incluso cuestionan la gravedad de sus consecuencias, por eso el protocolo es tan importante, porque te obliga a aprender del tema. La mejor y quizás única forma en que se puedan producir cambios reales es con un Directorio totalmente convencido de que no se puede seguir aceptando estos comportamientos dentro de nuestra ‘casa’. Sin ese apoyo irrestricto, es muy difícil hacer lo necesario para erradicar el abuso sexual de la práctica deportiva”, concluye.

 

 

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