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Yo pasé hambre, trabajé en el campo, sobreviví a tiempos difíciles, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy, con lo que gano puedo ayudar a la gente”, lanzó hace algún tiempo Sadio Mané. El senegalés, atípico a su entorno, se esfuerza día a día para entregar la ayuda que no tuvo en sus inicios.

Y esta humildad la demuestra día a día. De hecho, en medio de un momento clave en su carrera, donde espera por aclarar su futuro, el cual está lejos de Liverpool, pero muy cercano al Bayern Múnich, participó de un particular partido.

Al talentoso delantero, que luchó en el Stade de France por una Champions League que fue esquiva, se le vio luchando con el barro y la lluvia en su aldea natal, Bambali, donde compartió cancha con jugadores como Elhadji Diouf, ídolo del jugador, además de Papiss Demba Cissé y Mbaye Diagne, campeones con Mané en la reciente Copa africana.

Una imagen que reafirma la importancia que le da Mané a sus raíces, las cuales tienen constantemente presente y ayuda sin parar. De hecho, el futbolista construyó “escuelas, un estadio, proporcionamos ropa, zapatos y alimentos para personas en extrema pobreza. Además, doy 70 euros al mes a todas las personas en una región muy pobre de Senegal para contribuir a su economía familiar”.

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