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Se avizora un año de bajos precios, aunque para la próxima década se proyectan valores estables, por el aumento de la demanda en Asia y África.

Dos columnas sostienen el negocio del azúcar en Chile. Por un lado, los remolacheros -que generan la materia prima para fabricarla en el país- son un ejemplo mundial de eficiencia; por otro, independiente de su esfuerzo, Chile es un tomador de precios internacionales. El año pasado, la producción nacional de azúcar representó el 0,15% del total mundial.

Por ello, lo que pase en el exterior repercutirá directamente en los bolsillos y el destino de los remolacheros.

En el último par de temporadas, las noticias que han llegado desde el exterior no han sido muy halagüeñas para los agricultores de la zona centro-sur. Después del peak de diciembre de 2016, la trayectoria del precio mundial del azúcar, con algunas pausas, ha ido hacia abajo.

En medio de los cuestionamientos sobre la sustentabilidad del cultivo, tras el anuncio de cierre de la planta de Iansa en Linares, la baja de los precios internacionales agrega tensión a los remolacheros.

El rumbo que tomará el mercado del azúcar, en todo caso, no es fácil de dilucidar. La presión del etanol en Brasil, la preocupación por la obesidad y diabetes en los países desarrollados, así como el alza del consumo de países africanos y asiáticos, pavimentarán los nuevos rumbos.

Bajos precios

Uno de los grandes mitos sobre la producción de remolacha es que está protegida por la política comercial. La existencia de banda de precios, creadas en los años 80, en la práctica ya no funciona.

Chile tiene acuerdos comerciales que permiten el ingreso de azúcar con cero arancel desde Guatemala, Brasil, Argentina y Colombia. De hecho, más del 98% de las importaciones de ese commodity no pagan impuestos de internación. Por eso, los precios internacionales se reflejan inmediatamente en el mercado interno.

A la hora de buscar causas sobre el actual desempeño del azúcar en el mundo, en Iansa apuntan a factores productivos.

-Los bajos precios actuales del azúcar son causados principalmente por los sobrestocks de azúcar a nivel mundial, fuertemente influidos por las altas producciones y stocks de azúcar en Brasil y en India.

En la empresa sostienen, en todo caso, que una eventual disminución de la sobreoferta podría tener un efecto al alza de los precios transados. Aun así, en la empresa sostienen que los bajos niveles de precio actuales se proyectan por aproximadamente un año.

De todas formas es necesario poner en contexto la actual baja, pues se da tras una década de precios históricamente altos. De hecho, todavía son más altos de los que se veían antes de 2005.

Producción se desacelera

Buena parte del futuro de los remolacheros se escribirá en Brasil. No solo es el mayor productor de azúcar del mundo, con 34,2 millones de toneladas esperadas para este año agrícola, sino que además controla la comercialización.

Los brasileños, según la última proyección del USDA, exportarían 23,6 millones de toneladas de azúcar en 2018-2019. Para poner en contexto, equivale al 37,4% de lo que se comercializará en todo el mundo. La India, el segundo oferente, solo llegará al 9,5%.

Esos países han sentido la presión de los menores precios internacionales. En el caso de Brasil, con esos valores la opción de derivar la caña hacia la producción de etanol se vuelve atractiva.

Con un horizonte de una década, la OCDE y la FAO proyectan que Brasil tendrá un crecimiento en su producción de azúcar menor al 10%.

El desempeño brasileño, en todo caso, irá en la línea del resto del orbe. La producción de azúcar aflojará la velocidad. En la próxima década, los organismos internacionales proyectan que la elaboración de azúcar crezca a un ritmo de 1,5% promedio anual, menor al 2% promedio anual que creció entre 2007 y 2017.

Aumenta África y Asia

Pocos productos agrícolas enfrentan una demanda con señales tan mixtas como el azúcar.

En la mayoría de los países desarrollados se han diseñado políticas públicas para desalentar el consumo de ese producto. Las razones son de salud y van desde evitar la obesidad a combatir la diabetes. El mecanismo usual del Estado ha sido el alza de impuestos a los alimentos que los utilizan.

Un puñado de países en vías de desarrollo, entre ellos Chile, se ha sumado también a la tendencia de restringir el consumo de azúcar.

¿Significa que se acerca una caída de la demanda mundial? La respuesta corta: no, dicen los expertos.

En el mundo, todavía pocas personas consumen azúcar. En Asia y África el consumo es la mitad del de Estados Unidos y la Unión Europea. Aunque decline en los países de altos ingresos, hay un grupo muy importante de personas que está aumentando sus ingresos y, por consiguiente, su consumo de calorías.

De hecho, la OCDE y la FAO prevén que el consumo promedio mundial pasará de 22,4 kilos por persona al año en la actualidad a 23,8 kilos en una década más. Además, no hay que olvidar que la población aumentará en el período.

¿Qué señales de precios envían la producción y la demanda?

En el corto plazo, una estabilidad en los precios, con la posibilidad de un ligero repunte a partir de un año más, en que disminuya la sobreoferta.

Si la mirada es de largo plazo, las tendencias son de estabilidad, dada la menor presión por producir azúcar y un consumo creciente en países que salen de la pobreza.

34,2 millones de ton de azúcar producirá Brasil en 2018-2019.

23,8 kilos por persona se consumirán en el mundo en 2027.

Fuente: Revista del Campo

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