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Además de llevar a cabo un completo análisis de suelo y fruta, es importante conocer el nivel de dependencia que tienen los distintos elementos, en especial el nitrógeno, con las variedades plantadas.

La calidad óptima no solo es una herramienta para mejorar resultados, sino también se ha vuelto una necesidad comercial para enfrentar la creciente competencia en los mercados internacionales, por lo que es uno de los principales desafíos de los productores de arándanos en Chile. En ese contexto, tan importante como elegir la variedad adecuada es establecer un buen programa de fertilización capaz de brindarles a las plantas toda la nutrición que requieren, es decir, ni más ni menos.

El problema, dicen los expertos, es que a la fecha son pocos los estudios que se han llevado a cabo en el país en esta materia, por lo que a menudo los agricultores se ven obligados a construir sus programas basándose solo en las pautas referenciales que no están necesariamente adecuadas a la realidad local.

“Si tomamos en cuenta que la realidad de donde se tomaron esas cifras no son las mismas que las que enfrentará un productor acá en Chile, quedamos muy mal parados”, afirma Juan Hirzel, experto en nutrición y suelos del INIA Quilamapu.

Por lo mismo, sugiere que, en la medida de lo posible, cada productor sea capaz de avanzar hacia un sistema de autosuficiencia que le permita contar con sus propias mediciones y datos. La idea, dice, es que con esto conozca mejor las necesidades de su campo y, a la vez, pueda proyectar de mejor forma su negocio de cara al futuro.

La clave es medir

Si bien contar con un completo análisis de suelo es fundamental para definir un buen programa de nutrición, no basta, pues en muchas ocasiones algunos elementos, como el nitrógeno, pueden requerir de estudios más específicos. Para ello, lo mejor puede ser realizar un análisis con incubación de las muestras en condiciones similares a las del huerto en cuanto a humedad y temperatura, para que se produzca la activación de la biomasa microbiana del suelo, lo que permitirá medir la disponibilidad real de los elementos que se requieren.

“Para llevar a cabo este procedimiento, se necesita que las muestras sean incubadas por cuatro semanas a 25 °C y al 80% de la capacidad de máxima de acumulación de humedad, lo que a su vez permitirá que la biomasa trabaje al máximo y entregue datos más certeros acerca del potencial de entrega de nitrógeno”, explica Juan Hirzel.

Ahora, si lo que se busca es mejorar aún más la precisión para cubrir las necesidades nutricionales de una planta de arándano, lo ideal será llevar a cabo un análisis de fruta. Sin embargo, no se puede hacer en cualquier momento, ya que los índices pueden variar dependiendo de la semana de cosecha. Por ello lo mejor es definir un momento específico y efectuar las mediciones en ese período todos los años, de modo de estandarizar los datos, explican los expertos.

Asimismo, es importante considerar la variedad y el portainjerto, ya que la concentración de los nutrientes puede variar según de cuál se trate.

También resultan importantes los índices que se considerarán, ya que existen algunos más asociados a la calidad de la fruta, como las relaciones nitrógeno-potasio y nitrógeno-calcio.

Otro aspecto al que se requiere poner atención para definir el programa de fertilización es a la acidez del suelo, considerando que el arándano es una especie acidosa.

Si el análisis indica la necesidad de acidificar el suelo, una de las formas más baratas de hacerlo, según Juan Hirzel, es aplicando azufre elemental. A la inversa, si el suelo es muy ácido y lo que se requiere es subir el pH, una buena opción es realizar un encalado leve en las dosis que permitan alcanzar el nivel deseado.

Buscando la firmeza

Contar con fruta de calidad significa que esta debe tener, entre otras características, firmeza adecuada, lo que va más allá de la variedad que se utilice. Una alternativa para conseguirlo es aplicar ácidos carboxílicos, los que cuales, al ser aportados a través de fertirrigación -en conjunto con calcio-, ayudan a la generación de biomasa, lo que beneficia el crecimiento de la raíz de la planta.

“Además de generar frutos más firmes, llevar a cabo un tratamiento de este tipo permitirá reducir el nivel de patógenos de nuestro huerto”, asegura Juan Hirzel.

El único problema con este tratamiento, según el experto, es que a la fecha no se ha logrado determinar con claridad la dosis que se debe usar.

Otra alternativa para mejorar la firmeza de los arándanos es aplicar a través de fertirrigación una mezcla de aminoácidos vegetales y animales y zinc, cada semana durante los meses de octubre y noviembre.

Nutrición por variedad

Hasta hace un tiempo se creía que las plantas de arándanos alcanzaban su mayor grado de reserva de nitrógeno y calcio en floración.

Sin embargo, hoy se sabe que en algunas variedades, la máxima acumulación de nitrógeno se logra mucho antes de comenzar la cosecha, lo que lleva a que el productor deba ir reduciendo la entrega de este elemento, hasta llegar a cero, en la cosecha.

“Un exceso de nitrógeno puede afectar negativamente la calidad de la fruta”, asegura Juan Hirzel.

Por otro lado, existen variedades, como O´Neal, que son nitrógenodependientes y acumulan este elemento hasta el último momento.

En el caso del potasio, todas las variedades suelen tener un consumo creciente y su uso puede resultar relevante, pues está asociado con la firmeza, calidad y sólidos solubles de los azúcares. Por ello, Hirzel recalca que “si se quiere mejorar la calidad de la fruta, aquí tenemos un elemento que nos podría ayudar”.

El problema es que si se abusa del potasio, especialmente cuando se mezcla con un mal manejo de riego, algunas variedades pueden sufrir problemas de partiduras.

Otro elemento relacionado con la calidad sería el calcio, aunque los expertos recalcan que aún faltan estudios respecto de sus efectos. Lo que sí se sabe es que gran parte del elemento que se acumula en la fruta viene de la temporada anterior. Por lo tanto, sería un error intentar incrementar su presencia en la precosecha.

“Se debe comenzar antes. Es más, en el caso del arándano, se sugiere aplicar calcio en poscosecha, a través de fertirrigación. Y es que las aplicaciones foliares, a la fecha, no han logrado demostrar buenos resultados”, advierte Juan Hirzel.

Por otro lado, si lo que se busca es que la planta absorba calcio suficiente, hay que evitar el estrés hídrico, pues el elemento se absorbe a través de la corriente transpiratoria. “En la medida que haya cualquier estrés relacionado al agua, la absorción y la acumulación de calcio en la fruta se verán reducidas”, sostiene Hirzel.

También se debe cuidar la luz que entra al huerto. Al haber mayor iluminación, mejorará la absorción y habrá mayor concentración de calcio en los frutos. Por el contrario, si el huerto está sombrío, habrá mayor crecimiento vegetativo y, con ello, mayor competencia por el crecimiento de los brotes, que suelen ser muy activos en la atracción del elemento, lo que hace que la concentración disminuya en los frutos y se incremente en los brotes nuevos.

Dosificación de nutrientes

Cuánto se entregue también resulta clave. Aquí el análisis de los resultados de los análisis de suelo resulta clave. Juan Hirzel recomienda poner especial atención al nitrógeno, ya que si su presencia es muy baja hay que aplicar. “Si el suelo le presta a la planta determinada cantidad de nitrógeno por temporada, hay que devolverle lo mismo. Si se le devuelven más nutrientes, se producirá una contaminación que alterará la magnitud de los mecanismos de pérdida de nitrógeno”, explica Juan Hirzel.

En el caso de los otros elementos, lo mejor será fijarse en el valor de las tablas de referencia que existen y determinar si el huerto se encuentra en un nivel deficiente, óptimo o muy alto y, a partir de ello, sacar el cálculo para aplicar.

Es importante considerar las características productivas de cada variedad; es decir, se debe considerar si esta es temprana, de media estación o tardía.

5,5 KILOS de nitrógeno por ton a producirse pueden aplicar en variedades O’Neal o Duke.

ACIDEZ del suelo es un factor relevante a considerar en un programa.

Fuente: Revista del Campo

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