Hace un par de semanas el actor nacional Jorge Zabaleta narró una tragicómica historia a través de Instagram, en compañía de Francisco Saavedra.
En la emisión en vivo el intérprete señaló que cuando llegó a vivir al sector de El Arrayán, en Lo Barnechea, su vecina era viuda y tenía un gato angora blanco y sus perros constantemente molestaban al felino, por lo que se vio en la obligación de construir una separación entre ambas casas.
No obstante, cuando por fin se decidió a construir esta estructura, uno de sus perros apareció con un gato muerto y embarrado en su hocico.
De acuerdo a Zabaleta, este quedó “helado” y lo único que se le ocurrió hacer fue tomar el felino, bañarlo, secarlo y peinarlo, para dejarlo en la puerta de su vecina, sin levantar sospechas.
Cuando la mujer llegó a su hogar, vio a su mascota muerta, por lo que se desmayó y descompensó, e incluso llegaron ambulancias al lugar, mientras que Jorge Zabaleta utilizó su talento con la actuación para hacerse el sorprendido.
Lo gracioso fue que el gato de su vecina había muerto días antes, y ella misma lo enterró en el patio, sin que él supiera. Su perro lo había desenterrado. De ahí el gran shock que tuvo la señora, pues su mascota apareció una vez más, limpio, en la puerta de su casa.
Aquí puedes ver el relato:
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Pero esto no es verdad del todo:
En conversación con LUN el intérprete reveló que esta historia, en realidad, no le pasó a él, “pero me apropié porque es muy buena“, sostuvo.
“La escuché hace muchos años, no me acuerdo de dónde la saqué. Me gusta contar historias, entonces la adapté“, agregó luego.
Zabaleta por su parte sí explicó que vive en el lugar y tiene una vecina, pero no es viuda ni tiene un gato.
“Me llamó el marido el otro día para decirme que ‘ahora a mi mujer todos le dicen la vieja del gato'”, narró Zabaleta.
Respecto a la historia que se viralizó, el intérprete se mostró sorprendido de que la historia se haya hecho popular “y que la gente se tome el tiempo de escucharla“.
Finalmente expresó que esta faceta de cuentacuentos la heredó de su abuelo Rodolo Briceño, quien le contaba historias de niño.
“Algunas eran ciertas y otras de realidad aumentada, siempre exageraba y le ponía color para hacerlas más entretenidas”, cerró.