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Tanta era la expectativa para el show de Bad Bunny en Chile que los más de 55 mil fanáticos que llegaron al Estadio Nacional miraban casi incrédulos como el puertorriqueño saltaba al escenario para interpretar “Moscow Mule” a las 21:03h.

Como ha sido la tónica en su gira World’s Hottest Tour”, la escenografía emulaba una playa con palmeras y gráficas apegadas a los diseños del último disco del Conejo Malo: “Un verano sin ti”. Sin embargo, todas la atención se la llevaba la plataforma en la que horas más tarde Bad Bunny recorrería por los aires el recinto de Ñuñoa.

Bad Bunny sobre el escenario del Estadio Nacional.

Atrás quedaría el recuerdo del caos de la primera jornada de Daddy Yankee en el Nacional. Esta vez las medidas resultaron y, salvo un caso aislado de intento de avalancha, el ingreso al recinto se dio con tranquilidad. La cancha de Ñuñoa tenía sillas en los sectores más próximos al escenario. La propia organización explicó que el detalle se enmarcaba en la experiencia que el Tour quería darle a los asistentes.

Y es que el público que agotó con meses de anticipación las entradas para Bad Bunny es muy distinto al que lo observó por primera vez en Santiago en 2017. El propio puertorriqueño ha mutado desde el trap a un género que mezcla reggaetón y pop. Así rompió fronteras para convertirse en el artista más escuchado del 2021 en el orbe.

Bad Bunny vistió completamente de blanco en su primera noche en Santiago.

La última vez que Benito Martínez – el verdadero nombre del Conejo Malo – estuvo en nuestro país fue en septiembre del 2019, repletando el Movistar Arena. Meses antes fue parte de la última noche del Festival de Viña, ocasión en la que recibió múltiples críticas por la sobria puesta en escena en la Quinta Vergara.

Esta vez no se escatimó en recursos. Tal como sucedió en Coldplay, los miles de fanáticos de todas las edades que llegaron al Nacional recibieron en su ingreso pulseras que se encendían en distintos momentos del show. Casi en la mitad del concierto, las notas de “Tren al Sur” sorprendieron a los asistentes en una especie de homenaje a Los Prisioneros que hizo un guiño al público capitalino.

Bas Bunny junto al chileno Pablo Chill-E interpretando “Hablamos mañana”.

Tal como sucedió en otros países, el puertorriqueño invitó a un exponente local para ser parte del show. El cantante Pablo Chill-E subió al escenario para interpretar junto al Conejo Malo “Hablamos mañana”, la canción que ambos grabaron con el argentino Duki para su disco “YHLQMDLG”. Antes, Young Cister y Pablito Pesadilla fueron los encargados de telonear a Bad Bunny.

Ya cerca del final, el momento más esperado de la noche llegó. Bad Bunny subió a una plataforma que emulaba una palmera, permitiéndole sobrevolar el Estadio Nacional y estar más cerca de los fanáticos que adquirieron tickets en cancha, galería y andes. No hubo un solo celular que no registrara el momento.

Bad Bunny sobre la plataforma que lo hizo sobrevolar el Estadio Nacional.

Poco más de dos horas y treinta minutos estuvo Bad Bunny en el escenario. El playlist incluyó cerca de 50 canciones, integrando algunas que no había interpretado en las anteriores estaciones del Tour. Y es que no era fácil poder saciar al público que esperó por meses el primer show del puertorriqueño en Sudamérica.

El Conejo Malo estuvo a la altura. Su música ha evolucionado, también su calidad vocal. Bad Bunny demostró porqué sus canciones han roto estereotipos y cualquier barrera que en vano algunos intentan ponerle. Su espectáculo entra directamente a competir como uno de los mejores de la temporada. Y la tarea no era fácil, pero lo logró. Santiago se rindió a los pies del puertorriqueño.

Fotos: María Loreto Plaza – @estricolor

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