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Con pancartas y al grito de “libertad”, los independentistas catalanes cortaron este miércoles autopistas, carreteras, calles y vías de ferrocarril en protesta por el encarcelamiento de sus líderes, en una jornada de huelga general con menos convocatoria que la esperada.

Cientos de camiones y autos quedaron atrapados cerca de la frontera francesa, que fue cerrada por los manifestantes en un par de pasos menores; hubo decenas de cortes en carreteras y los trenes de alta velocidad se vieron seriamente afectados por la ocupación de las vías en las estaciones de Barcelona y de Girona.

En cambio, y a diferencia del paro general del 3 de octubre, convocado en protesta por las cargas policiales del referéndum de independencia dos días antes, la mayoría de mercados, tiendas y restaurantes de Barcelona abrieron sus puertas y las fábricas de la región funcionaban con normalidad.

“El seguimiento de la huelga ha sido mínimo y residual en prácticamente la totalidad de los sectores, salvo en el de la enseñanza”, aseguró desde Barcelona Juan Antonio Puigserver, secretario del ministerio del Interior.

Convocada por las asociaciones y un sindicato independentistas, la huelga buscaba paralizar esta región con una quinta parte de la riqueza española en protesta por el encarcelamiento de varios dirigentes y la intervención de la autonomía catalana desde Madrid.

Los huelguistas concentraron su acción en perturbar el transporte, cortando las autovías que unen la región con Francia y Madrid y los principales accesos a Barcelona, informó el servicio de tráfico regional.

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“Estamos muy indignados, muy enfadados en contra de lo que está haciendo el gobierno español”, decía irritada Elisabet Nistal, una ortodontista de 33 años, en una manifestación en Barcelona.

Otras personas, en cambio, se mostraron enojadas con los manifestantes y hubo momentos de tensión con los piquetes.

“Es una vergüenza. Están haciendole daño a la gente que viene y se va de trabajar (…) Nos llaman fascistas, y nos hacen daño con estas cosas”, dijo a la AFP Pepi, una mujer de 50 años que discutía en la estación de Sants de Barcelona.

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