Vincenzo PINTO / AFP
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El papa Francisco partió de Roma este miércoles rumbo a Panamá, donde lo esperan unos 200.000 jóvenes católicos de 155 países para una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en un contexto de migración de masas en varios países latinoamericanos.

Para Francisco, primer papa latinoamericano de la historia, este encuentro con la juventud es un paréntesis en medio del torrente de escándalos de abusos sexuales que sacuden la Iglesia.

Antes de montar a bordo del avión el miércoles por la mañana, el soberano pontífice argentino se reunió con ocho jóvenes refugiados, casi un ritual antes de salir de Roma.

El tema de los migrantes también fue abordado en el avión con los periodistas. “Es el miedo lo que nos vuelve locos”, comentó, respondiendo a un periodista que calificó de “locura” la construcción del muro entre México y Estados Unidos.

El infatigable pontífice de 82 años anunció igualmente que viajaría en noviembre a Japón, país adonde habría deseado ir como misionero durante su juventud.

Miles de peregrinos, cubiertos de banderas, invadieron Ciudad de Panamá y esperan la llegada del papa cantando y haciéndose selfis a orillas del océano Pacífico.

Su viaje coincide con la mayor ola migratoria jamás registrada en Latinoamérica: hondureños, salvadoreños y venezolanos traspasan fronteras a diario en busca de oportunidades para huir de gobiernos o de la violencia de pandillas.

“Los lanzan a cifrar sus esperanzas en otros países, exponiéndoles al narcotráfico, la trata humana, la delincuencia y tantos otros males”, dijo el martes el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, en una misa previa a la llegada del papa.

Por eso, “anhelamos” que esta visita “sea un bálsamo para la difícil situación con la que conviven” muchos jóvenes, expresó Ulloa ante la multitud en el Campo Santa María la Antigua del paseo marítimo de Ciudad de Panamá.

El papa tratará temas de la región como la pobreza, la corrupción y la emigración.

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