En el marco del Día Mundial del Asma, la Dra. Mabel Muga, pediatra broncopulmonar de Clínica Vespucio, indicó que no existe una única causa para esta enfermedad, sino más bien un conjunto de ellas.
“Además de los factores genéticos, existen diversos condicionantes ambientales como virus, alérgenos e incluso el humo del cigarro, que juegan un rol importante como agentes gatillantes de crisis, caracterizadas por sibilancias (silbidos en el pecho), dificultad para respirar y sensación de pecho apretado”, sostuvo la profesional con respecto a este tema.
La severidad del asma dependerá de cada paciente, su genética y exposición ambiental. “Sin embargo, en la época de frío, debido al hacinamiento y a la gran circulación de virus, los niños pequeños presentan con mayor frecuencia síntomas obstructivos, porque -además- tienen una anatomía bronquial diferente a un niño mayor. Esto se ve en menores de 5 a 6 años que no necesariamente serán asmáticos en el futuro”, detalló la especialista.
En nuestro país, según datos de la Sociedad Chilena de Enfermedades Respiratorias, el 10% de la población padece esta enfermedad y, en el mundo, según datos de la OMS, 300 millones de personas también la tienen. El asma como tal no se puede prevenir y se sabe que existe una base hereditaria importante asociada a su manifestación.
Recomendaciones para padres
Si el cuadro de asma se presenta en la infancia, la especialista aconseja:
- Consulta precoz con broncopulmonar infantil para estudio y tratamiento adecuado.
- Cumplir con la terapia indicada, ya que la mala adherencia es una de las principales causas del fracaso del tratamiento.
- Utilizar una correcta técnica inhalatoria, que varía según la edad del paciente, pero que debe incluir el uso de una aerocámara al emplear inhaladores de dosis medida.
- Evitar la contaminación intradomiciliaria, es decir, no exponerse al olor del cigarrillo, parafina, leña, humo, incienso, aerosoles, etc.
- Evitar los alérgenos y el hacinamiento durante el invierno para disminuir el riesgo de infecciones.
- Lavarse frecuentemente las manos y educar al niño para que también lo haga.
- Inmunizar una vez al año al menor con la vacuna contra la influenza, siempre bajo la supervisión de su médico tratante.