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La violencia escolar ha experimentado un alarmante aumento en Chile, con un 40% más de casos, según la ONG “Bullying Sin Fronteras”.

Este fenómeno, que afecta la integridad física y mental de niños, niñas y adolescentes, se ha vuelto cada vez más cruel, extendiéndose no solo a agresiones verbales, sino también físicas entre compañeros de clase, e incluso hacia docentes y personal educativo.

A nivel mundial, la UNESCO reporta que uno de cada tres estudiantes sufre acoso escolar cada mes. En Chile, en 2023, la Superintendencia de Educación recibió 4.502 denuncias por “maltrato entre estudiantes”, la segunda cifra más alta en una década.

Frente a este escenario, es crucial que los padres estén alerta a posibles señales de que sus hijos estén siendo víctimas de acoso. Cambios bruscos y significativos en el comportamiento, como rechazo a ir al colegio, cambios en la alimentación, en el humor o aislamiento, pueden ser indicativos, según Viviana Tartakowsky, directora de Psicología de la Universidad Bernardo O’Higgins (UBO).

“En el caso de niños y niñas más pequeños, si bien es más probable que cuenten que están sufriendo algún hecho de violencia escolar, siempre y cuando exista confianza hacia sus figuras cuidadoras, muchas veces hay amenazas del o los agresores si el menor se atreve a comentar, por lo que es “normal” que silencien por terror y miedo. Ante ello, es importante observar problemas en el ciclo del sueño, vigilia, pesadillas, terrores nocturnos, encopresis o enuresis”, detalló la académica.

Pasos para enfrentar la violencia escolar

La pregunta más frecuente al abordar estos conflictos es qué hacer si mi hijo o hija está siendo víctima de agresión.

La especialista señala que el primer paso es restablecer la confianza para que los niños y niñas puedan comentar la situación a la que se ven expuestos.

Luego, saber que si en caso de no haber dado a conocer el hecho de violencia, es “normal” por el tipo de dinámicas de amedrentamiento que se da en estas circunstancias. Es decir, no se debe llamar la atención por no contar.

“Es importante comunicarse con el establecimiento educativo para activar los protocolos de acción contra el bullying, que todos los colegios deben tener por ley. Nunca se debe contactar directamente a los padres del agresor para no agravar los hechos. En el caso de que el colegio no tome medidas, los padres pueden recurrir a la Superintendencia de Educación. Las acciones deben incluir protección para la víctima, sanciones y reparación para el agresor, según la gravedad de los hechos”, explica la psicóloga.

Por otra parte, si se está en la vereda contraria y es mi hijo o hija quien está agrediendo o acosando a uno de sus pares, también se deben aplicar recomendaciones que son necesarias para detener este mal comportamiento. Al respecto, Tartakowsky entrega algunas claves para poder enfrentar esta situación.

“Se debe comprender las causas que motivan la agresión y examinarse como cuidador/a. La mayor parte de los casos se explican porque son niño/as que no cuentan con figuras parentales, y por eso actúan así para llamar la atención, es decir, “acá estoy mamá o papá” o lamentablemente a veces son ellos víctimas de agresión de parte de sus padres o figuras cuidadores y “desquitan su rabia con otros niños, en general los que se perciben más débiles”.

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