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valle de llutaInvestigadores de la Universidad de Tarapacá han analizado sus propiedades, las que podrían servir de modelo para zonas de alto estrés hídrico en el futuro.

El valle de Lluta, al interior de Arica, debe ser uno de los más salinos del mundo y de los que presentan menos precipitaciones en un año. Pese a ello, su producción agrícola alcanza altos niveles de excelencia.

Ya en los tiempos de los incas se hablaba de los valles salados del sur, incluyendo entre ellos el Valle de Lluta, según cuenta la bióloga y doctora en fisiología vegetal Elizabeth Bastías, quien lidera un proyecto multidisciplinario de la Universidad de Tarapacá, que investigó el origen y las propiedades del maíz lluteño.

El proyecto en Valle de Lluta, que involucra a biólogos, biólogos moleculares, agrónomos, historiadores y arqueólogos, determinó que al menos hace 3 mil años que se cultiva maíz en el área. “Queremos saber si ese maíz ha evolucionado o se ha mantenido con pocos cambios desde esa época, y en eso estamos”, cuenta la investigadora.

El proyecto en Valle de Lluta permitió aumentar la producción en 40% y mejorar la calidad del maíz en 70%. Además, se desarrolló un manual de manejo, con prácticas recomendadas, charlas a agricultores y parcelas demostrativas

El trabajo ya les permitió que el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi) les otorgara “Indicación geográfica”, un sello de origen que distingue a este maíz ancestral para su comercialización, ya que solo crece en esa zona del valle de Lluta.

Hasta la investigación de la U. de Tarapacá, nunca había sido tratado ni mejorado agronómicamente. “Con la ayuda de un fondo Innova Corfo investigamos cómo fertilizarlo naturalmente, sus mejores momentos de floración, sus plagas”, señala Bastías.

El resultado fue un manual de manejo. Las prácticas recomendadas, combinadas con charlas a los agricultores del valle de Lluta, parcelas demostrativas y mucho trabajo en terreno les permitió aumentar la producción en 40% y mejorar la calidad del maíz en 70%.

Los investigadores no creen que sea un maíz para producir en grandes volúmenes pero sí puede transformarse en un producto gourmet , por su muy buena calidad. “Nosotros tratamos de hacer lo mismo que hizo Perú con el maíz blanco del Cuzco, que se emplea para el cebiche y que también sacó su denominación de origen”, cuenta Bastías.

Han tratado de producir el maíz del valle de Lluta en otras zonas, pero los resultados han sido pobres porque está diseñado naturalmente para resistir las condiciones extremas del valle.

Condiciones adversas

El hecho de estar bajo estrés lo transforma en un atractivo modelo para lo que deberían ser los cultivos del valle central en un escenario de cambio climático.

“Nosotros tenemos aquí en el valle de Lluta un alto estrés hídrico, porque se riega cada siete días con agua de baja calidad, está expuesto a una alta radiación y salinidad. Este maíz ya se ha adaptado a todos estos factores, por lo que será un buen modelo para estudiar cómo funcionaría la agricultura en esas condiciones”.

El atractivo de la zona va más allá del maíz. Es así como trabajan en un proyecto con la Universidad de California Davis para someter muestras de las vides de la zona de Talca a estas condiciones extremas y ver cómo podrían adaptarse.

“Como tenemos información fisiológica, molecular y agronómica, estamos más adelantados en comprender cómo se podrían comportar las plantas en un escenario futuro”.

No descarta que el mismo maíz del valle de Lluta pudiese llevarse en el futuro al centro del país, en caso de condiciones severas de cambio climático.

Otra hortaliza local bajo la lupa de los investigadores es el tomate lluteño, conocido como Poncho Negro. “Debe estar aquí hace por lo menos unos cien años y se adaptó también a estas mismas condiciones”.

Es un tomate dulce, de un color rojo intenso y muy jugoso, como el mítico tomate limachino. “El color se lo da el licopeno, un antioxidante que se está empleando mucho en salsas y ketchup, y que además tiene propiedades nutracéuticas”.

Su mayor problema es que tenía un período corto de poscosecha, por lo que no alcanzaba a llegar al valle central. Pero a través de mejoramiento tradicional han logrado que sea un poco más duro.

También están investigando la betarraga local, que produce más antioxidante que lo normal, justamente como defensa ante un ambiente tan hostil. En este caso se trata de la betalaína, que se está usando mucho en cápsulas para los problemas de la piel como el vitiligo.

Fuente: Economía y Negocios

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